Por aquel entonces, ya la Isla se beneficiaba del sistema de preferencias generalizadas que autorizaba la importación sin aranceles de determinados productos.

Cerca de 25 años después, Cuba tiene el triste récord de ser el único país de América Latina que no mantiene ningún tipo de acuerdo con la Unión Europea.

El derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate, en febrero de 1996, no sólo tuvo como efecto que el presidente Bill Clinton favoreciera la Ley Helms-Burton, sino que también paralizó la iniciativa de algunos países europeos de invitar a La Habana a la reunión ministerial entre la UE y el Grupo de Río, que se realizó en abril de ese año.

Son demasiadas las coincidencias que muestran que cuando se avanza unos milímetros en el acercamiento con los países democráticos, Fidel Castro se encarga de colocar el petardo que hace volar en pedazos las iniciativas de respeto a la sociedad civil y a unos opositores pacíficos que hasta reconocen la necesidad de un diálogo con los dirigentes del Partido Comunista de Cuba (PCC) como factor importante para la transición.

En lo que se refiere a la Unión Europea, desde La Habana no cesan los ataques y ditirambos. Baste citar este párrafo del diario Granma, del 28 de junio: "La Unión Europea sigue queriendo dar pasos de gigante, pero con pies de barro. Dentro de ella, un Aznar con ínfulas de jefe, una Constitución europea que parece un parto necesario pero doloroso, una corrupción entronizada dentro de varios gobiernos, y una expectativa de 10 nuevos socios que deben oficializar su ingreso a principios del año próximo, y de los cuales habrá que esperar por su papel, para saber si serán torpedos norteamericanos en la línea de flotación de la propia Unión Europea".

Esta fue parte de la "batalla de ideas" del pasado 27 de junio, durante la "mesa redonda". Lo de "ideas" es un chiste de mal gusto, porque los participantes se ufanan haciendo gala de epítetos que deberían aparecer en algún diccionario de insultos. En ese aspecto, siguen el ejemplo del gobernante cubano, a quien nadie aventaja en incontinencia verbal. Los participantes lo saben y por eso persiguen el libreto del Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, el cual tiene cada día la tarea de escoger el tema de la próxima "Mesa Redonda Informativa", mientras los periodistas esperan bostezando para cerrar el diario.