www.cubaencuentro.com Viernes, 18 de julio de 2003

 
  Parte 2/2
 
Devolver la mano
De cómo los democristianos chilenos trabajan a favor de los derechos humanos en Cuba. Al habla con el diputado Exequiel Silva.
por MIGUEL CABRERA PEñA, Santiago de Chile
 

Resulta sin duda sospechoso que también Cuba se haya negado sistemáticamente a la entrada de un relator de la ONU. Me imagino la difícil situación de los presos de conciencia. En cualquier régimen de estas características la situación del preso político suele ser muy dura. Estos sistemas de encarcelamientos y juicios sumarios lo que pretenden no es tan sólo privar de la libertad, sino quebrar las conciencias de las personas. Muchos de nosotros fuimos detenidos y presos por el régimen de Pinochet. Sabemos lo que eso significa.

Desde su experiencia como actor político contra Pinochet, ¿cree usted que existen paralelismos históricos entre la dictadura militar en Chile y lo que sucede en la Isla?

Para ser claros: la mayoría de la gente que fue presa de alguna manera participó en el Proyecto Varela, que no es más que utilizar la institucionalidad del sistema cubano en pro de la democracia. Esto me recuerda lo que sucedió en Chile. Nosotros usamos esa misma institucionalidad, la de la dictadura, y logramos derrotarla a través de un plebiscito. Hoy día caminamos hacia una democracia que ha sido exitosa, tanto en lo que concierne a las libertades como en la mejoría de las condiciones sociales de la población.

En Cuba se habla mucho del derecho a la libre decisión de los pueblos, que los cubanos son libres de darse el gobierno que estimen conveniente, pero eso es válido cuando existen las condiciones para que el pueblo actúe, y en Cuba no existen.

Quienes luchamos contra el régimen militar fuimos muy golpeados. Aquí nos trataban como pagados por el comunismo internacional, como sus lacayos y servidores. A todos los que discrepan en Cuba, el régimen los reconoce como financiados por el imperialismo. El discurso es el mismo, digamos, pero con otro signo. Es la otra cara de la misma moneda.

Y usted se preguntará por qué invertimos tanto tiempo en la situación cubana, y yo le digo la causa. En primer lugar, los derechos humanos no tienen fronteras, y en segundo, porque con nuestra actitud hacia el pueblo cubano no hacemos más que devolver la mano a la solidaridad que muchos pueblos hicieron realidad en tiempos de la dictadura en Chile.

¿Considera usted como un hecho inédito lo que sucede en Cuba actualmente?

Mira, lo que pasa hoy en tu país no es nuevo. En verdad lo único nuevo es que en los últimos tiempos se ha recrudecido. Efectivamente, esas tres personas que raptaron una barcaza cometieron un delito. Pero a nadie podría prohibírsele que cuestione un juicio que termine en tres días. Es un proceso que no tiene ninguna justicia y peor aún si rápidamente son fusilados.

Tengo la impresión de que algo está pasando internamente, que uno no puede percibir. Todos estos regímenes sufren estos períodos de endurecimiento cuando algo está ocurriendo. En Cuba no tenía lugar algo tan duro desde la muerte de Ochoa, y parece absolutamente extraño que un país que requiere de la solidaridad y el apoyo internacional para romper con el bloqueo —con el cual no estoy de acuerdo, y soy muy enfático al respecto, al igual que con muchas de las actuaciones internacionales de Estados Unidos—, haga una cosa tan absurda para terminar echándose al mundo encima. Es el temor del Gobierno de que internamente se esté generando un movimiento que crezca más allá de lo que él pueda controlar. No hay otra explicación, pero el afán de libertad en las personas y los pueblos siempre puede más.

La democracia chilena quiere aportar un granito de arena para abrir a Cuba a un sistema democrático, un escenario en el que se pueda opinar, hablar y elegir. Entre las cosas que estamos haciendo y haremos sin duda, está el volver a entrevistarnos con nuestra canciller Soledad Alvear, aun cuando la postura de La Moneda ha sido clara al respecto. Chile votó contra Cuba en Ginebra, ha llamado en dos o tres ocasiones al embajador en Santiago y en un documento oficial condenó las violaciones que tienen lugar en la Isla.

Es imprescindible convencer a todos los gobiernos y pueblos de América Latina para que adopten una actitud honesta frente a lo que en Cuba sucede. Ese es un camino que no vamos a dejar. Ah, y escucha bien, en la Cámara de Diputados vamos a proponer la aprobación de un documento donde se postule a Payá Sardiñas para el Premio Nobel de la Paz.

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