www.cubaencuentro.com Martes, 07 de octubre de 2003

 
   
 
Deuda eterna
Cuba integra el grupo de países más endeudados del mundo y clasifica como el de mayor riesgo crediticio en América Latina.
por ALCIBíADES HIDALGO, Washington
 

Cada cubano debe tres mil dólares a acreedores internacionales. Es la parte que le corresponde de la deuda externa que el país ha acumulado en las últimas cuatro décadas. La cifra es enorme, quizás el mayor per capita del planeta en materia de deuda exterior. Otra estadística alucinante de la Cuba actual. Si se calcula en la moneda nacional equivale a unos 26 años de trabajo, remunerado cada mes con el salario promedio de la Isla.

D. Flannery
Dennis Flannery, vicepresidente BID: 'La deuda externa de Cuba alcanzó un récord de 12.200 millones de dólares a fines del 2002'.

A simple vista parece una deuda incobrable, o más bien impagable, como prefiere decirse en Cuba con respecto a las deudas de otros países. Esta semana, sin embargo, uno de los vicepresidentes del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) dijo en una conferencia de economistas cubanos en el exilio que la deuda, de una forma u otra, tendrá que ser enfrentada luego del cambio inevitable que se avizora en la sociedad cubana. Fue un sobrio y claro llamado a atender las duras reglas de la economía que, como se sabe, son las que determinan las alternativas políticas.

El gobierno de Cuba ha ignorado, entre otras, las realidades económicas, durante casi medio siglo. Quienes reemplacen a ese gobierno, sean quienes sean, no tendrán otra opción que actuar dentro de las reglas vigentes en este mundo, aunque parezca injusto —y lo sea— que los cubanos de mañana deban responder por las deudas de Fidel Castro.

La lista de países que esperan porque Cuba honre sus compromisos es larga y complicada. La deuda oficial es mayor de 12.200 millones de dólares e incluye hasta remotas y complacientes compras auspiciadas por los gobiernos militares de Argentina. Japón encabeza esta categoría y —pese a sus esfuerzos— no ha logrado que se cumplan los pagos varias veces renegociados con La Habana.

La deuda comercial suma más de mil millones. En los últimos meses han sido suspendidos acuerdos con Francia que facilitaban la adquisición de alimentos. A los bancos mexicanos y panameños se les dejó de pagar hace tiempo. Rusia, heredera de la Unión Soviética, reclama un sustancial monto de 20 mil millones que Castro —esta vez con razón— ignora. Los economistas dicen que este endeudamiento es un caso único, pues se creó en circunstancias muy particulares y los rusos no pueden ofrecer nuevos créditos a cambio de los pagos, práctica usual en los procesos de renegociación.

Si se suman unos 6.300 millones que reclaman ciudadanos norteamericanos por las nacionalizaciones revolucionarias de los años sesenta, nunca solucionadas, la deuda total se acerca a los 40 mil millones de dólares. Una cifra semejante precipitó las revueltas antisocialistas en Polonia veinte años atrás, con las diferencias evidentes entre las posibilidades de ambos países, en el plano económico, y de la existencia de un poderoso sindicalismo independiente, en el político.

Cuba integra, por tanto, el grupo de países más endeudados a comienzos del milenio, en compañía de Zimbabwe, Irak, el Congo y Sierra Leona, entre otros. La Isla está también clasificada como el país de América Latina de mayor riesgo crediticio. Las moras y la creciente deuda a corto plazo se imponen en el panorama económico cubano, que dedica preferiblemente sus ingresos a la compra al contado de productos en el mercado norteamericano, con la esperanza de lograr los ansiados créditos que hasta ahora Washington no facilita.

La única buena noticia en tal panorama es que, según el experto del BID, tendrá que haber un fuerte elemento de perdón por parte de los acreedores para propiciar la recuperación de una economía arruinada de forma tan devastadora. De otra forma, Cuba no pagará nunca su deuda.

Con su probada habilidad para ver la paja en el ojo ajeno, el gobierno cubano lideró durante años la denuncia de la deuda externa como un factor de parálisis del desarrollo. Las economías de México, Brasil, Rusia, Indonesia o Argentina fueron examinadas en múltiples conferencias sobre el tema que atraían a La Habana cientos de economistas, sindicalistas y políticos. La realidad cubana, lamentablemente, no fue incluida en tales escrutinios. Hasta un juego de mesa destinado a popularizar la injusticia de la deuda fue creado por algún imaginativo experto nacional. Se le llamó Deuda Eterna y el Fondo Monetario Internacional actuaba como villano inmisericorde, dictando medidas a las que se respondía con huelgas y protestas. Por mucho que se esforzaran los jugadores, la deuda crecía infinitamente.

Ahora resulta que la deuda no es de juego y no puede ser eterna. Fidel Castro, que tampoco lo es, nos va a dejar pendiente esta mala jugada.

EnviarImprimir
 
 
En Esta Sección
Sintonía de regímenes
MIGUEL RIVERO, Lisboa
La guerra de las precedencias
LáZARO MONTES, Roma
¿Otro Vietnam?
ALEJANDRO ARMENGOL, Miami
¿Dictadura constitucional?
YAMILA RODRíGUEZ EDUARTE, Caracas
Roces previsibles
MIGUEL CABRERA PEñA, Santiago de Chile
El aldabonazo europeo
MIGUEL RIVERO, Lisboa
Editoriales
Sociedad
Cultura
Internacional
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir