www.cubaencuentro.com Martes, 07 de octubre de 2003

 
  Parte 1/2
 
Roces previsibles
El otorgamiento de visas como un factor violento de política exterior: Chile alecciona al gobierno cubano y le exige respeto por las libertades fundamentales.
por MIGUEL CABRERA PEñA, Santiago de Chile
 

Salvo que se le pregunte directamente a alguno de sus militantes sobre la violación de los derechos humanos en Cuba, los dos partidos de derecha en Chile no suelen levantar su voz al respecto, algo que debería extrañar a los comentaristas de la política en este país. Es la democracia cristiana, sin embargo, la que no deja que el tema isleño se silencie, se oscurezca o se esconda entre el acontecer diario de la nación austral.

R Lagos
Presidente chileno Ricardo Lagos.

Fueron los democristianos los que auspiciaron en la Cámara una abrumadora votación, donde se condenó el encarcelamiento de 75 opositores, y presionaron al gobierno para que tomara cartas en el asunto. Además, se reunieron con varios legisladores en la Asamblea Parlamentaria Mundial, que se efectuó en Santiago, y han viajado a varios países para promover campañas por la liberación de los presos, la condena a los fusilamientos y el acceso de los cubanos a la libertad de expresión y a una democracia que ponga fin a 40 años de unipartidismo.

Por la manera de hacer política de un régimen como el cubano, se preveían roces con el gobierno y la democracia cristiana, a dos de cuyos legisladores no se les concedió visa para viajar a La Habana en abril pasado, acción que la cancillería de Santiago consideró como una falta de reciprocidad por la inmediatez que al respecto gozaban parlamentarios y funcionarios de la Isla, y decidió responder de igual forma. Más recientemente, la solicitud de visa del senador socialista Jaime Naranjo sería rechazada en dos ocasiones, pues éste pretendía también reunirse en la Isla con la oposición. Naranjo, que milita en el mismo partido que el presidente Ricardo Lagos, posee una vasta experiencia en el tema de derechos humanos, pues ha dirigido comisiones al respecto en su región, en el Congreso y en su organización política.

Primeramente, la canciller Soledad Alvear dijo a la prensa que las visas de dos funcionarios cubanos estaban en proceso de estudio, caso por caso, en su ministerio. Esto no es más —interpretaron con razón observadores— que la "actitud de reciprocidad" que se había anunciado. El encargado de Chile en el Departamento de América de la cancillería cubana, Néstor León Sobral, y el vicejefe de Relaciones Internacionales del Partido Comunista, José Arbesú, fueron autorizados a viajar a Santiago para asistir a una serie de actos por el trigésimo aniversario del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973.

El tema de las visas propició un intercambio de opiniones que la prensa aquí se encargó de ventilar. Por un lado, el Senado emitió una declaración —unánime— en la que exigía que la cancillería protestara por la negativa en el otorgamiento de visa a su colega socialista, pero poco más tarde los propios senadores socialistas abogaron por restar énfasis al diferendo y se pronunciaron porque se autorizara la entrada de los dos funcionarios isleños.

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