Mientras se acerca el 21 de marzo, El Salvador se debate entre la alarma y el sosiego. La nación centroamericana celebrará en esa fecha unas elecciones generales marcadas por la retirada del presidente Francisco Flores. Una lección que más de uno debiera aprender en la históricamente patética democracia latinoamericana, donde regímenes totalitarios, o algunos electos en las urnas, han intentado anclarse al poder mediante artilugios y presiones.

Antonio Saca, candidato oficialista de ARENA.

Sin embargo, no es la oportuna retirada de Flores lo que más inquietud ha causado en el país centroamericano en los últimos meses, sino el ligero repunte del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) —con el ex guerrillero Schafik Handal, de 74 años, como candidato presidencial—.

Si bien el otrora insurgente dio un paso positivo al deponer las armas para cesar la terrible guerra civil que asolaba a esa nación, y pasó a la legalidad democrática mediante la vía política, su hoja de servicio no es de fiar. De alcanzar el poder, El Salvador se arrimaría peligrosamente al fantasma neopopulista que recorre Latinoamérica.

Los entuertos de Hugo Chávez, desde el poder; Evo Morales y Felipe Quispe en la explosiva y poco dialoguista oposición boliviana; el cadáver político que representa el sandinismo de Daniel Ortega, en Nicaragua, y el crecimiento de otras formaciones poco fiables en la región, son motivos suficientes de preocupación, en una zona determinada por la inestabilidad política, la crisis económica permanente y la violencia, como lenguaje cuasi único para la resolución de conflictos.

Todo lo anterior, de la mano del renovado interés de La Habana por relanzar la exportación del castrismo, esta vez mediante otros puertos.

Por tales razones, el tema de las relaciones con Cuba ha estado ocupando espacios importantes en la campaña electoral de El Salvador, a sabiendas de cuánta tragedia causó la influencia de Castro en el devastador conflicto padecido por ese país durante 10 años.

Handal, echando mano a lo que sabe hacer y certificando, de paso, su currículum de sintonías con el régimen de La Habana, ha reconocido públicamente que reanudará relaciones diplomáticas con Cuba y otros países como China, Vietnam y Corea del Norte. Buenas compañías les esperan a los salvadoreños si gana la silla presidencial el ex guerrillero.

Por su parte, Antonio Saca, el candidato de Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), actualmente en el poder, reiteró que de llegar a la primera magistratura sólo tendría relaciones diplomáticas con países democráticos. En tanto, Rafael Machuca, candidato por el Partido de Conciliación Nacional (PCN), tampoco tiene interés en abrir una embajada en La Habana, pues de cualquier modo fue su formación política la que rompió relaciones con el régimen en 1963.

Más pragmático que los dos anteriores se muestra Héctor Silva, candidato por la coalición Centro Democrático Unido-Partido Demócrata Cristiano, quien prefiere asumir relaciones, pero limitadas al ámbito comercial y consular.

Por suerte para los salvadoreños, que han apreciado la desaparición de la sombra de la guerra en los últimos años y un proceso —aunque lento— de estabilidad nacional, las encuestas de las últimas semanas confirman al candidato de Flores al frente de las preferencias, por encima de Handal, con datos que van desde los 4,7 puntos porcentuales de diferencia hasta los 24,6, en dependencia del que organiza la encuesta.