www.cubaencuentro.com Martes, 20 de abril de 2004

 
  Parte 1/2
 
Marzo en 'América'
Norteamérica prefiere a Bush para luchar contra el terrorismo; a Kerry para relanzar la economía. ¿Quién alcanzará los 270 votos electorales?
por SAURO GONZáLEZ RODRíGUEZ, Nueva York
 

Tras ganar las elecciones primarias del estado de Illinois, celebradas el pasado 16 de marzo, el precandidato demócrata John Kerry ha reunido 2.113 delegados y está bien cerca de alcanzar los 2.162 necesarios para asegurarse la nominación demócrata a las elecciones presidenciales de noviembre de 2004, donde también estarán en juego la tercera parte de los escaños del Senado y todos los de la Cámara de Representantes.

George Bush
Presidente norteamericano Bush: Favorito en el sur y en el oeste.

John Kerry: 'Un líder pragmático'

La abrumadora victoria de Kerry en el llamado "super martes" del 2 de marzo, que obligó a John Edwards, senador por el estado de Carolina del Norte y principal rival de Kerry, a poner fin a su campaña, también marcó el inicio de la contienda electoral entre los partidos Demócrata y Republicano. Aunque el candidato independiente Ralph Nader también ha anunciado su intención de competir por el voto de los electores estadounidenses, sin duda la presidencia se disputará entre los candidatos de los partidos mayoritarios.

Hasta el momento, y como era de esperar, ambos campos han atacado la credibilidad del candidato contrario. El Partido Republicano, ya sea mediante declaraciones del vicepresidente Richard Cheney o de voceros de la Casa Blanca, ha cuestionado la trayectoria política de Kerry y los votos que ha emitido durante sus casi 20 años en el Senado. El propósito es sacar a flote contradicciones, que no son pocas, en las posiciones que ha adoptado Kerry en la cámara alta del Congreso estadounidense y en declaraciones públicas. Por ejemplo, Kerry votó a favor de una resolución del Congreso que autorizaba el empleo de la fuerza contra Irak y luego se convirtió en un crítico de la guerra. Otro tanto sucedió con la ley antiterrorismo "USA Patriot Act".

La campaña de Kerry ha ripostado con el argumento de que el candidato demócrata es un líder pragmático que no lo ve todo en blanco y negro, sino que reacomoda o rectifica sus posiciones según el giro que tomen los acontecimientos. Insisten que Kerry aprende de sus errores y que, a diferencia de Bush, no es dado a los maniqueísmos.

Al mismo tiempo, en una receta empleada frecuentemente contra los candidatos demócratas, los republicanos acusan a Kerry de ser "débil" en cuestiones de defensa. En una atmósfera en la cual ambos partidos han cerrado filas en torno a sus candidatos, la única excepción ha sido el senador republicano por Arizona, John McCain, quien hace un par de semanas salió a defender a Kerry. McCain, quien goza de fama de independiente, afirmó que dudaba que con Kerry de presidente la seguridad del país fuera a estar en peligro.

Bush y los tropiezos de la Casa Blanca

Por su parte, la campaña de Bush empezó con un tropiezo, al difundir a inicios de marzo una serie de anuncios televisivos con imágenes de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. Los anuncios, que muestran escenas de la devastación creada por los atentados y el momento en que varios bomberos neoyorquinos extraen cadáveres de los escombros del World Trade Center, pretendían destacar el liderazgo de Bush en la lucha contra el terrorismo, pero han generado una polémica nada oportuna para el actual mandatario.

El sindicato de los bomberos estadounidenses, que ya había manifestado su apoyo a la candidatura de Kerry, rechazó el uso de las imágenes y pidió el retiro de los anuncios; mientras que varios familiares de las víctimas del 11-S declararon que se estaba explotando la tragedia con fines políticos y también solicitaron el fin de las emisiones televisivas.

Preocupados por esta reacción, y en un momento en el cual esperaban pasar a la ofensiva, los republicanos no perdieron tiempo y se aseguraron de llevar a programas de televisión a algunos familiares de las víctimas y a personalidades como el ex alcalde de Nueva York, Rudolph W. Giuliani, que sí habían estado de acuerdo con los anuncios.

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