www.cubaencuentro.com Martes, 20 de abril de 2004

 
  Parte 1/3
 
La embajada de la discordia
Tensando la cuerda: A pesar de las fricciones entre la oficialidad cubana y la oposición en Venezuela, Castro ha multiplicado por diez la cantidad de isleños en ese país.
por YAMILA RODRíGUEZ EDUARTE, Caracas
 

A dos años del asedio a la embajada cubana en Caracas por parte de extremistas opositores al gobierno de Hugo Chávez, las circunstancias que desencadenaron los lamentables sucesos se han agravado. De un lado, crece la presencia cubana en Venezuela, y del otro, aumenta el rechazo a los enviados de Fidel Castro.

G. S. Otero
Germán Sánchez Otero (dcha.): ¿Embajador en Venezuela o procónsul?

Los venezolanos no pueden sacarse de la cabeza lo que sucedió entre el 11 y el 14 de abril de 2002. Chavistas y opositores aún no entienden cómo el país se les fue de las manos en apenas tres días. Todavía hay muchas preguntas sin respuestas. ¿Sería cierto que Chávez mandó a masacrar la marcha opositora que de manera pacífica pedía su renuncia? ¿Con qué cartas jugaban los militares que depusieron a su comandante en jefe? ¿Por qué la oposición cometió tantos errores —como el intento de asalto a la embajada cubana—, si había logrado sacar a Chávez del poder? ¿Fue el arrepentimiento, o un pacto secreto lo que movió a los militares a traer de vuelta a su jefe, a menos de 48 horas después de haber abandonado Miraflores?

De acuerdo con los generales Luis Alberto Camacho Kairuz y Rommel Fuenmayor, en el transcurso de las negociaciones que condujeron a la renuncia del presidente venezolano, éste manifestó su deseo de irse a Cuba. Pero los generales querían que Chávez se sometiera a la justicia venezolana por su presunta participación en la masacre del 11 de abril, en la que murieron 19 personas y un centenar fueron heridas de bala. Para evitar que se fugara, Chávez fue puesto bajo custodia en la base militar de la isla de La Orchila.

El asedio

Con Chávez puesto a recaudo, la gente empezó a preguntarse sobre la suerte de los colaboradores más cercanos del presidente venezolano. Se sabía que algunos ministros estaban en sus casas, a la espera de que les solicitaran los cargos. Se presumía que los funcionarios presuntamente vinculados con la masacre del 11 de abril estuviesen escondidos por temor a las represalias. En la mañana del 12 de abril se corrió el rumor de que dirigentes chavistas, entre ellos el vicepresidente Diosdado Cabello, se habían refugiado en la Embajada de Cuba. De inmediato, frente a la sede diplomática se agolpó un grupo de opositores con pancartas que exigían la salida de los chavistas.

En los primeros momentos la manifestación parecía una de las tantas organizadas por la oposición para protestar por los intentos de clonar la revolución cubana en Venezuela. En otras oportunidades, sectores opositores habían denunciado la "permanente injerencia" del embajador cubano, Germán Sánchez Otero, en asuntos que sólo competen a los venezolanos. Chávez daba pie a este malestar, haciéndose acompañar del funcionario cubano en actos a los que no estaba invitado el cuerpo diplomático.

Frente a la misión cubana, los ánimos se iban caldeando. En poco tiempo se juntaron más de 400 personas que, a gritos, exigían que salieran los chavistas presuntamente refugiados en la embajada. Las cámaras de la televisión mostraron cuando algunos airados manifestantes se treparon encima de uno de los automóviles con chapa diplomática y lo volcaron. Luego arremetieron contra otros tres autos estacionados en las afueras de la misión. La situación llegó al clímax cuando opositores extremistas cerraron la llave de paso del agua, situada fuera de la sede diplomática, y con un alicate cortaron la luz. La idea era que sin agua y sin luz, los chavistas escondidos se verían forzados a salir.

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