www.cubaencuentro.com Viernes, 30 de abril de 2004

 
  Parte 4/4
 
La hora del mercenario
Compañías de seguridad desembarcan en Irak con más de 15.000 efectivos. ¿La privatización de la guerra?
por ALEJANDRO ARMENGOL, Miami
 

El empleo de contratistas militares puede resultar, en algunos casos, una vía costosa y reprobable para esquivar restricciones legales. Ha ocurrido con anterioridad. Nada garantiza que no vuelva a ocurrir. Los costos de los servicios de seguridad se han multiplicado en los últimos meses, en la medida en que la violencia tras el derrocamiento de Sadam Husein ha derivado de robos y saqueos a ataques motivados por fines ideológicos contra los ocupantes.

Como resultado, "los gastos de protección, que en Irak se consideraban alrededor del 10 por ciento del costo de los contratos de reconstrucción, se han incrementado entre el 25 y el 30 por ciento desde que el primer contratista llegó al país", cita The Baltimore Sun en su edición del 18 de marzo. La combinación de inseguridad, costos excesivos y diferencias culturales e ideológicas no hace más que echar combustible a una situación de por sí explosiva.

Muerte y dinero

No se trata de culpar al gobierno republicano por el empleo de soldados de fortuna. Es una práctica generalizada, que con anterioridad ha tenido resultados negativos. Durante la administración del ex presidente Bill Clinton, empleados de DynCorp participaron en un caso conocido de trata de blancas en Bosnia. Hace unos pocos años, una docena de empleados de esta compañía supuestamente estuvieron involucrados en la venta de prostitutas de Europa del Este, en al menos un caso se trató de una niña de 12 años. Varios de estos empleados incluso filmaron una violación, de acuerdo con The New Republic.

La misma compañía se vio envuelta en un caso en Perú, en abril de 2001, donde se derribó un avión que trasladaba misioneros norteamericanos y en el que murieron una mujer y su bebé de siete meses. No es vincular las acciones indebidas de una compañía, en determinado país, con el papel que desempeña otra en una situación y territorio diferentes. Blackwater y DynCorp actúan con independencia en dos países distintos. Pero se debe destacar la falta de controles necesarios en una situación muy peligrosa. Son norteamericanos que mueren y matan, con independencia de si llevan o no uniforme.

Se debe señalar que hasta el momento no hay informes de que miembros de las corporaciones militares privadas hayan realizado actos cuestionables en Irak. Se trata de un personal muy bien entrenado y de gran experiencia. Lo que sí se conoce es que han muerto al menos 50, quizá más, de acuerdo con la edición del 2 de abril de Los Ángeles Times. Tampoco hay un conteo preciso de las muertes iraquíes en los diversos enfrentamientos y disturbios. Lo que sí es una realidad innegable es que la situación en el país dista mucho de la visión anticipada por el vicepresidente Dick Cheney, cuando en los días que antecedieron a la guerra dijo que creía que las tropas invasoras serían saludadas como "libertadores".

De una guerra para poner fin a un tirano peligroso para la humanidad, el conflicto ha derivado en una encrucijada de muerte y dólares. Nada hay que ir a buscar a Irak, salvo el dinero y la muerte. "Tenemos una coalición internacional en Irak, una coalición de quienes cobran por sus servicios", ha declarado Peter Singer, analista de la Institución Brookings en Washington y autor de Corporate Warriors: The Rise of the Privatized Military Industry.

El caos de los últimos días en algunas zonas de Irak no sólo evidencia la insuficiencia de tropas. También hacen más necesaria que nunca la búsqueda de una participación internacional como única salida definitiva a una situación que sirve para alentar el odio hacia Estados Unidos. Pero la conducta del presidente Bush se ha convertido en un obstáculo en el logro de una solución negociada. Tampoco se ha logrado un avance notable en Afganistán, donde ha aumentado el narcotráfico y la estabilidad es sólo relativa. Se impone un replanteamiento total de las estrategias políticas y militares en ambos países. Una labor que debe llevar a cabo esta administración o la próxima.

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