www.cubaencuentro.com Lunes, 06 de septiembre de 2004

 
  Parte 1/2
 
La velas y el viento
Dos temas álgidos en los que Chile y Bolivia aún no se ponen de acuerdo: Venta de gas y soberanía marítima.
por MIGUEL CABRERA PEñA, Santiago de Chile
 

Bolivia, el país más pobre de Sudamérica, tiene en Chile a su vecino más necesario pero también menos simpático, para no hablar de animosidades. No hay evento de cara al extranjero en que La Paz pierda ocasión de ratificar la voluntad de una salida al mar para los bolivianos, malograda en un conflicto con Chile en el siglo XIX.

R. Lagos
Ricardo Lagos (Chile) y Carlos Mesa (Bolivia): ¿ceder soberanía?

En el reciente referéndum sobre hidrocarburos, la alusión al vecino no podía faltar. Una de las preguntas de la encuesta condicionó venta de gas y concesión de mar. Curiosamente, fue la menos favorable al presidente boliviano Carlos Mesa, con un 58 por ciento de asentimiento.

No obstante, ni los sordos en política se han atrevido a negar en estos días la fortaleza con que emergió de la consulta el historiador, periodista y mandatario boliviano. Si en lo que toca a un mejor blindaje político existe coincidencia, en el campo económico los desacuerdos son notorios. Los inversionistas titubean y a los expertos no les alcanza el oxígeno para bucear en lagunas e incertidumbres.

El sentirse ahora seguro en el sillón presidencial que obtuvo tras la salida abrupta de Sánchez de Lozada, acaso convertirá a Mesa en un negociador inflexible en su diferendo con Chile. Se perciben ademanes drásticos. Podría ser un juego peligroso, con retornos de boomerang.

Si algo desde hace mucho saben los círculos políticos paceños es que Chile no acepta ni aceptará soberanía boliviana sobre el trozo de mar que al cabo se negocie. Pero Mesa, que dice preferir al toro por las astas, no está dispuesto ni a vender gas ni a hablar de relaciones diplomáticas con Santiago, sin acceder antes a un acuerdo que incluya soberanía.

Un analista muy inocente, pero que conoce las condiciones ventajosas mediante las cuales Bolivia exporta por puertos chilenos, así como la disposición del ejecutivo por perfeccionar tales condiciones, mostraría extrañeza ante el afán de esgrimir el concepto soberanía cuando se sabe que por ahí echa sus lavas el volcán.

Negociar es un ir paso a paso hacia la cima, a veces ceder, otras obtener, incluso caminar no hacia delante ni hacia atrás, sino hacia el lado, siempre y cuando tal paso favorezca un claro en la maleza. Ir a la mesa sin tener en cuenta esto es acudir a una cita baldía.

El gobierno de Ricardo Lagos resiste lo mejor que puede la ofensiva diplomática del historiador y periodista, que lo cuestiona y pega contra las cuerdas en foros internacionales de la más diversa naturaleza. Desde luego que el jefe de La Moneda se defiende.

En el escenario boliviano, por otra parte, no faltan consignas de odio contra Chile, algo que con alguna frecuencia se transmite por la televisión austral. En Perú, también con reivindicaciones territoriales, llegó incluso a cierto libro de enseñanza escolar. Este es un camino sin provecho, el del desencuentro y la distancia, el que alimenta la soberbia y administra los soliloquios.

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