www.cubaencuentro.com Jueves, 21 de octubre de 2004

 
  Parte 1/3
 
Imperativos e imperios
Tensiones étnico-fronterizas, terrorismo e involución democrática: ¿Adónde van Rusia y sus complejidades?
por MIGUEL CABRERA PEñA, Santiago de Chile
 

Tres veces Rusia cambió al planeta en el siglo pasado. Con la revolución de 1917, los seres humanos supieron que la utopía socialista podría llegar al poder, permanecer en él y aun desafiar a otros poderes hasta entonces intocados. Con la derrota del fascismo alemán (en el famoso brindis de la victoria un georgiano como José Stalin brindó por el pueblo ruso), el mapa se coloreó de rojos insolentes. Al renegar de su propia revolución de 1917, ocho décadas más tarde, desanduvo el pueblo titánico todo el camino, y volvió a trasladar de sitio las columnas que sostenían al planeta.

A. Putin
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Pero gran parte de su historia podría resumirse en la brega por mantener las fronteras del imperio libres de amenazas, lo cual crea una tremenda tensión hacia el autoritarismo. Factor siempre candente, luego del colapso de la Unión Soviética se constituyó en un auténtico quebradero de cabeza. Cuando todavía humean las trincheras en Chechenia y el terrorismo cobra centenares de víctimas en Beslan, Moscú ataja —a veces pareciera que atiza— otro fuego, esta vez en la vecina Georgia. Pero antes de entrar en la dinámica del conflicto valdría la pena echar una ojeada sobre lo que actualmente está en juego en esta convulsa región del Cáucaso.

Si se dice que el origen de la invasión de Irak fue el petróleo, cuyas cotizaciones batieron récords hace unas semanas, hay que imaginar la importancia que adquiere un país como Georgia, por donde pasará un oleoducto de 1.760 kilómetros proveniente del Mar Caspio, en particular con crudo de Azerbaiyán y Kazajstán. Por sus reservas totales, la zona se considera un segundo Medio Oriente. La cañería saldrá al mar por Ceyhan, terminal turca que aliviará el trasiego en la ruta de Estambul. Destinada a refinerías norteamericanas, la producción se estima en un millón de barriles diarios para cuando se inicie el bombeo en 2005.

¿'Hoy nada y mañana nada'?

Las expectativas generadas en Georgia, de cinco millones de habitantes, son trascendentales. El oleoducto le significa cerca de mil millones de dólares en inversiones y 580 millones anuales por derecho de tránsito. Desde el inicio de su construcción, el Producto Interno Bruto ascendió a más de un 8 por ciento, lo cual, sin embargo, no basta para paliar las consecuencias de la corrupción, la obsolescencia económica y los estragos de guerras civiles y tensiones étnicas que involucra el separatismo de varios territorios. Fundamentalmente checheno, el terrorismo ha penetrado también y no debe desvincularse del pulso energético en la zona.

El interés de otro imperio, Estados Unidos, transformó a Georgia en el segundo receptor de ayuda norteamericana per cápita en el mundo. Además de una alternativa ante el probable incremento de la violencia en el Medio Oriente, la política formulada por George W. Bush y su vicepresidente, Richard Cheney, erige un muro de contención al monopolio establecido por pulpos rusos de la energía como Gazprom.

Aunque hace todo por no debilitar su postura —incluso presiona con la deuda externa georgiana—, el Kremlin, antes opuesto, dio su consentimiento al inicio, en junio de 2002, de la construcción del oleoducto. Y si ello incrementa la influencia en el área de Estados Unidos, resguarda también los intereses de Moscú en la obra. Al parecer el Kremlin recogerá, en pago, flexibilidades en cuanto a su entrada en la Organización Mundial de Comercio, opinan analistas.

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