www.cubaencuentro.com Domingo, 02 de enero de 2005

 
  Parte 1/2
 
El feudo de Lukashenko
Bielorrusia tendrá presidente vitalicio y La Habana lo celebra al más alto nivel.
por MIGUEL RIVERO, Lisboa
 

Si se trata de un régimen autoritario, de preferencia con un marcado tinte unipersonal, poco o nada respetuoso de los derechos humanos, con un gobernante empeñado en aferrarse al poder y magnánimo a la hora de condenar a largas penas de prisión a los opositores, pues el resultado de la ecuación matemática no falla: se trata de un "amigo" del gobierno de La Habana.

Lukashenko
Lukashenko se proclama admirador de Hitler.

Tal es el caso de Alexander Lukashenko, presidente de Bielorrusia (el nombre oficial ahora es Belarús), quien en la medida que es condenado por la comunidad internacional por los fraudes electorales y las continuas violaciones de los derechos humanos, se acerca cada vez más al régimen cubano.

Por eso no resulta casual la visita a Cuba del ministro de Relaciones Exteriores, Serguei Martynov. La información publicada en Granma, el pasado 2 de noviembre, es casi un remedo de los viejos tiempos en los cuales se reafirmaba "la inquebrantable amistad con la Unión Soviética".

Lukashenko es un ex jefe de un koljoz al estilo soviético y, por tanto, resulta explicable que el diario oficial del Partido Comunista de Cuba (PCC) se refiera a la visita en estos términos: "Los ministros de Relaciones Exteriores de Cuba y Belarús, Felipe Pérez Roque y Serguei Martynov, respectivamente, firmaron un protocolo de consultas políticas, válido por dos años, que permitirá hacer más fluido el intercambio en temas bilaterales, regionales y multilaterales. El titular cubano del Exterior calificó la visita de su homólogo, como 'excelente oportunidad para hacer un balance de las relaciones entre Cuba y Belarús'".

En 2002, Fidel Castro le otorgó a Lukashenko la Orden José Martí, durante una visita oficial del bielorruso a Cuba.

Esta vez, la visita de Martynov a La Habana coincidió con la creciente preocupación de los países democráticos europeos por la situación de Bielorrusia. Unas semanas antes, Lukashenko había realizado un fraudulento referéndum que le permitió alterar la Constitución para reelegirse en 2006 y, posiblemente, convertirse en presidente vitalicio.

Una consulta falseada

El ambiente que reinó en Bielorrusia antes del referéndum es el clásico de los sistemas dictatoriales.

"El 17 de octubre, voten por Bielorrusia", fue el llamamiento sin ambigüedades del diario oficial Sovetskaia Beloroussia, que acompañaba el titular con una gran fotografía en la que aparecía un sonriente Lukashenko llevando en brazos a una niña pequeña, con un pañuelo rojo de las Juventudes Soviéticas.

Los bielorrusos fueron llamados en estas elecciones para renovar el Parlamento, reducido a una simple cámara de trámite, en un país en el que el poder está concentrado en las manos del presidente. Lukashenko incluyó el trámite del referéndum, que antes no estaba previsto.

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