www.cubaencuentro.com Domingo, 02 de enero de 2005

 
  Parte 1/2
 
Una mirada (desde Europa) sobre las elecciones en EE UU
por PIO E. SERRANO, Madrid
 

Alexis de Toqueville advirtió al mundo, ciento cincuenta años atrás, sobre los valores de la sociedad norteamericana, al tiempo que aleccionaba a los europeos sobre las virtudes del régimen democrático que se había impuesto la joven nación. Advertía el escritor francés, con la perspicacia que recorre Sobre la Democracia en América, la simpatía natural de los norteamericanos por el cambio, precisando con agudeza la repulsión de ese mismo pueblo hacia las convulsiones, hacia cualquier alteración drástica que pusiese en peligro su sistema de valores.

G. Bush
Bush en Ohio, uno de los estados clave de su victoria.

Un análisis —quizás imprudente por lo cercano a los acontecimientos— sobre el resultado de los recientes comicios en EE UU parecería indicar que los diseñadores de la campaña del senador John Kerry no supieron armonizar el conjunto de las reformas propuestas por los demócratas con la sensibilidad mayoritaria del pueblo norteamericano.

Es probable que en el vértigo de un discurso que temerariamente se alimenta de su propia carnalidad, se dejaran tentar por el legítimo pensamiento elitista de las grandes concentraciones costeras y desatendieran las, también legítimas, aspiraciones conservadoras de la profunda y extensa Norteamérica mediterránea. Y si algunos contenidos axiológicos del programa político demócrata, que como todo acto político tiene como finalidad el acceso al poder, no supieron conectar con la corriente dominante del imaginario norteamericano, tal vez se encuentre ahí la razón última de su fracaso.

Es de todos sabida la convencional escisión existente entre las tres grandes regiones geográfico-políticas en que se sitúa el electorado norteamericano. Las costas occidental y oriental del país, áreas fundamentalmente urbanas y cosmopolitas, con un alto empleo del sector terciario y de activa vida intelectual, integradas por norteamericanos poseedores de una visión más universal, concentradoras de grandes núcleos de emigrantes de primera y segunda generación, se decantan tradicionalmente por el voto demócrata.

El tercer segmento demográfico se extiende por las grandes llanuras centrales y el sur, una gran región productora con un fuerte componente agrícola, con una población concentrada en ciudades y pueblos medianos y pequeños que han rehusado el desarrollo de las megalópolis propias de las zonas costeras y con una limitada curiosidad hacia el resto del mundo.

Este es un electorado (legítimamente) conservador, creyente cristiano, apegado a las tradiciones legadas por los padres fundadores, muy patriótico y reacio a los discursos demócratas, que siempre les parecen excesivamente tolerantes con el "welfare" y absolutamente convencidos del "self-made-man" como modelo de ciudadano.

El antinorteamericanismo europeo

No deja de llamar la atención que una buena parte de los analistas europeos haya pasado por alto esta circunstancia en el curso de sus prospecciones electorales. Por el contrario, insistieron en interpretaciones que buscaban una espuria simetría en los modelos políticos europeos, y, en general, tendenciosamente partidistas y poco objetivas.

1. Inicio
2. En su afán...
   
 
EnviarImprimir
 
 
En Esta Sección
Angola, símbolo de corrupción
MIGUEL RIVERO, Lisboa
La vía multipolar
ELIZABETH BURGOS, París
La lección ucraniana
MIGUEL RIVERO, Lisboa
Los derechos humanos son propiedad privada
JORGE SALCEDO, Cambridge
La estrategia china en América Latina
MIGUEL RIVERO, Lisboa
La cámara del terror
ALEJANDRO ARMENGOL, Miami
Editoriales
Sociedad
Cultura
Internacional
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir