www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
  Parte 1/2
 
Y ahora Londres
Los atentados en el Reino Unido recuerdan que las sociedades democráticas de hoy tienen un enemigo a muerte.
por MIGUEL RIVERO, Lisboa
 

Después de los atentados de Nueva York y Madrid, en 2001 y 2004, respectivamente, y desde que el primer ministro británico Tony Blair se convirtiera en el más fiel aliado de George W. Bush en la lucha contra el terrorismo internacional, todo el mundo se preguntaba cuándo este último golpearía al Reino Unido.

Atentando en Londres
Uno de los trenes afectados por las explosiones en el Metro de Londres.

Y ocurrió el pasado 7 de julio, lo que provocó una ola de indignación y de condenas a nivel internacional, además de mostrar que el pueblo británico no se ha dejado intimidar.

Después de los ataques terroristas, el diario español La Vanguardia comentó: "Londres despertó sin aquella permanente alegría que se vive en todos los rincones de su inabarcable metrópoli, pero con la fortaleza colectiva de una ciudad que no está dispuesta a vivir atemorizada. Su política se mantiene intacta. Han sufrido, pero los terroristas no tienen posibilidades de ganar allí ninguna batalla. No hay batalla política, no hay batalla mediática, no hay acusaciones. Se llora a los muertos, se buscan cadáveres y los mensajes de las autoridades son institucionales".

Los atentados terroristas en Londres se reflejaron en la prensa italiana con la premonición de que ese país de la Unión Europea podría ser el próximo objetivo: "Terror en Londres, alarma en Italia", tituló el diario Il Messagero, mientras que La Stampa reflejó las informaciones con este enunciado: "Mientras esperamos nuestro turno".

Dos grupos diferentes reivindicaron los atentados y la mayoría de los diarios los atribuyeron a células de la organización Al Qaeda. Por los métodos utilizados, estos golpes terroristas se asemejan a los de Madrid, perpetrados por las Brigadas de Abu Hafs al Masri.

Lo cierto es que pasaron cerca de tres años después de los atentados de Nueva York y Washington para que los terroristas volvieran a golpear, esta vez en Madrid. Ahora ha bastado poco más de un año para repetir los ataques en otra ciudad europea.

El ministro de Interior británico, Charles Clarke, reconoció que las fuerzas de seguridad lograron evitar con éxito otros atentados terroristas, pero que había bajado el nivel de alerta. La coincidencia de los atentados con la reunión del G-8, en Escocia, acentúa el criterio de que los fundamentalistas islámicos han declarado la guerra a los Estados democráticos.

'Infieles' sin distinción

En su editorial del 8 de julio, el diario español El País argumentó: "Las bombas de Londres han de recordar a todos que nuestras sociedades tienen un enemigo a muerte, fanático pero sofisticado e implacable, para el que nuestra desgracia y miedo es el mayor triunfo. Es un enemigo difuso, difícil de identificar y localizar, pero que ya sabemos —especialmente a raíz de las pesquisas policiales en España— que también está entre nosotros, en el seno de las sociedades democráticas y libres".

Cuando recibí las primeras confirmaciones de que las bombas en Londres tenían su origen en actos de terrorismo, recordé que un amigo y colega periodista portugués, Paulo Moura, había publicado una entrevista con uno de estos profetas del fundamentalismo islámico.

El 18 de abril de 2004, el imán Omar Bakri Mohammed, recibió tranquilamente en su casa de Londres al periodista luso y respondió así:

"P.- ¿Pero qué puede justificar matar deliberadamente a millares de civiles inocentes?

R.- Nosotros no hacemos distinción entre civiles y no civiles, inocentes o no inocentes. Apenas entre musulmanes e infieles. Y la vida de un infiel no tiene ningún valor. No tiene santidad".

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