www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
  Parte 1/2
 
¿La hora de Evo Morales?
La renuncia de Carlos Mesa abre el camino para la agenda del líder cocalero boliviano, aunque las encuestas no le favorecen para la presidencia.
por MIGUEL RIVERO, Lisboa
 

Desde que el 17 de octubre de 2003, el periodista e historiador Carlos Mesa asumió la presidencia de Bolivia, sus días estaban contados. Su reciente renuncia refleja la "crónica de un final anunciado", parodiando el título de una novela de Gabriel García Márquez. Es que desde un principio Mesa supo que estaba bajo la vigilancia del dirigente cocalero Evo Morales, especialista en alharacas callejeras, cortes de carreteras y consignas populistas.

E. Rodríguez
Nuevo presidente de Bolivia, Eduardo Rodríguez (dcha.), y Abel Mamani, líder indígena de El Alto.

Resulta interesante que desde el 12 de noviembre de 2003, el diario digital Rebelión, muy cercano a los círculos de poder de Cuba y Venezuela, se refiriera al futuro del presidente Mesa en estos términos: "Evo Morales declaró que apoyaría la nueva gestión estatal (de Mesa) desde el parlamento y que levantaría toda la presión contra el nuevo ejecutivo. Evo sabe que si intentase ahora tomar el gobierno, las masas exigirían mucho de él, así que prefiere esperar a que caiga el frágil gobierno de Mesa o alzarse con la presidencia en 2007; el Movimiento al Socialismo (MAS) se balancea entre una tibia oposición parlamentaria y un 'apoyo crítico' al gobierno".

No pasó mucho tiempo para que este "apoyo crítico" se convirtiera en un verdadero chantaje contra Mesa. En una de esas ocasiones, antes del derrocamiento del presidente constitucional, Morales amenazó con "incendiar" el Parlamento.

Pero no bastaba la renuncia de Mesa. Morales tenía que incrementar la protesta popular y hasta la amenaza de una guerra civil para romper el ciclo de la sucesión presidencial que establece la Constitución boliviana.

Por eso, el Congreso tuvo que celebrar una sesión extraordinaria en la ciudad de Sucre (La Paz estaba tomada por los sediciosos) para aceptar las renuncias de los presidentes de las dos cámaras legislativas del país, Hormando Vaca Díez y Mario Cossío, al derecho de sucesión constitucional que les otorgaba la ley.

La apuesta de Morales y sus seguidores fue que la presidencia fuera ocupada por Eduardo Rodríguez Veltzé, titular de la Corte Suprema de Justicia, porque este se había comprometido a convocar elecciones anticipadas.

La debilidad del nuevo gobierno se puede medir por la súplica de Rodríguez Veltzé a los revoltosos para que acepten una tregua.

Magnánimo, el líder indígena Morales, diputado del MAS e impulsor de las protestas en Bolivia, ha concedido un respiro al nuevo presidente, hasta que forme su gabinete. Pero cabecillas de otros grupos más radicales han anunciado que seguirán con las movilizaciones hasta que se convoquen elecciones anticipadas.

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