www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
  Parte 1/2
 
Los Balcanes orientales
Una historia de las transiciones: Aunque las economías de Rumania, Bulgaria y Moldova se liberalizaron, el tránsito a la democracia ha sido más lento que en Europa central.
por JUAN F. BENEMELIS, Miami
 

Los tres Estados que configuraron lo que se ha dado en llamar Balcanes orientales son Bulgaria, Moldova y Rumania. La inclusión en este grupo de una de las repúblicas soviéticas de antaño, Moldova, se explica tanto por su proximidad histórico-cultural con Rumania como por las dificultades para encuadrarla en el grupo de las viejas repúblicas de la Unión Soviética. Hasta principios de 1998 se habían celebrado cuatro elecciones legislativas en Bulgaria, tres en Rumania y dos en Moldova.

Rumania
Mercado de una ciudad de Rumania.

En un escenario en el que parece que se hizo sentir la herencia de fórmulas autocráticas, se registraron muy pocos signos de oposición en la etapa burocrática comunista. Mientras, en la segunda mitad del decenio de 1980, en Bulgaria se introdujeron tibias reformas, nada similar ocurrió en Rumania, que aun así desplegó una política exterior relativamente independiente de la soviética. La transición búlgara se inició con un "golpe palaciego", en tanto la rumana se asentó en una ruptura violenta.

En los dos países se ha podido apreciar un claro predominio de formaciones heredadas de los viejos partidos dirigentes, que ha permitido la preservación del poder de buena parte de las viejas élites y el mantenimiento de muchas de las estructuras y privilegios de los aparatos de seguridad de antaño. De esta situación da buena cuenta la paradoja de Rumania: el único conflicto violento que se produjo en el inicio de una transición en Europa central y oriental abocó en el sistema menos caracterizado por una voluntad transformadora.

La condición democrática de estos dos países se ha visto sometida a muchos cuestionamientos que han afectado el principio de división de poderes (con una presidencia absorbente en Rumania y quejas con respecto al papel del presidente en Bulgaria), a la presunta falta de limpieza en las elecciones, el abusivo control gubernamental de los medios de comunicación y a la debilidad de la sociedad civil.

Aun así, Rumania ha establecido un marco institucional protodemocrático y procedimientos electorales razonablemente saludables. La alternancia, que tenía muy pocos antecedentes en Bulgaria en 1991, se abrió camino en el periodo 1996-1997 en los dos países.

Una historia de las transiciones
Los orígenes del cambio
JFB, Miami
El ajedrez atómico
El testamento del comunismo
El reciclaje de los comunistas
Los caminos de la democracia
Del totalitarismo a la sociedad civil
La destrucción creativa
Las recetas económicas
Economía de mercado, inflación y renta
Las sendas de la privatización
Familia de naciones
¿Valores de sangre?
El Estado democrático
Caída y lastre de un imperio
La Europa Central
Las repúblicas del Báltico
El dilema balcánico
El proceso de democratización

El sistema de partidos

La presencia de partidos de carácter étnico ha resultado ser marginal en Bulgaria y en Rumania. En el primer caso debe mencionarse el Movimiento por los Derechos y las Libertades de la minoría turca, y en el segundo, a la Unión Democrática Húngara, de corte democrático-reformista. Es verdad que en Rumania han despuntado también fuerzas de tono nacionalista que han servido como aliados de coalición al Frente Democrático de Salvación Nacional en 1992, como el Partido de la Gran Rumania, y del Partido de Unidad Nacional. Entre ambos se hicieron con un significativo 11,6 por ciento de los votos en las elecciones de 1992 y con un 9,9 en las de 1996.

Las ancestrales complicaciones con las minorías (la turca en Bulgaria, la húngara en Rumania) parecen haberse reducido sensiblemente en los últimos años. Esto tiene que ver con el papel decisivo que ha correspondido en Bulgaria a la principal fuerza política representativa de la minoría turca, y con el cambio operado en el gobierno de Rumania en 1996-1997. Nada que pueda compararse a un "movimiento cívico" se observó en los casos de Bulgaria y Rumania, aunque sí se han registrado coaliciones de relieve.

Tanto el sistema de partidos búlgaro como el rumano han exhibido significativos rasgos de bipartidismo, que en el primero de los casos se ha traducido en alternancias, y en el segundo, aunque de manera tardía, ha permitido el acceso al poder del segundo de los dos grandes partidos.

El rasgo esencial de los partidos con continuidad en el ejercicio del poder es el hecho de que las formaciones políticas que lo configuran, tras haber experimentado cambios significativos en su nombre y mayores o menores mutaciones ideológicas, han conseguido conservar el poder o, en su caso, se han visto obligadas a entregarlo por períodos de tiempo muy reducidos. Tal fue la condición general de los partidos ex comunistas en Bulgaria, Macedonia, Montenegro, Rumania y Serbia, así como varios de los correspondientes a las ex repúblicas soviéticas de Asia central.

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