www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
   
 
¿Ladrón, criminal, o ambas cosas?
Augusto Pinochet: La contradicción moral de dos procesos judiciales en Chile.
por MIGUEL CABRERA PEñA, Santiago de Chile
 

Recientemente, una universidad chilena realizó una encuesta entre personas con bajos recursos en la capital, Santiago de Chile. Más del 92 por ciento aseguró que las personas con dinero tienen mayor acceso a la justicia que los que carecen de recursos.

A. Pinochet
Pinochet: ¿Pesan más los delitos financieros que los de genocidio?

La justicia chilena es, sin duda, una de las zonas en que la democracia —más que mostrarse incompleta— se resiente, se agrieta, enseña una de sus principales flaquezas. Y en esto se inserta la fuerte presencia en medios judiciales que, como en el Tribunal Supremo, mantienen aquellos que estuvieron al margen, adoptaron las fórmulas y hasta apoyaron al régimen militar.

Desde luego que cuando se trata del ex general Augusto Pinochet, esos lodos imprimen grandes manchas a la justicia chilena. En lo que ya viene siendo una teleserie de pésimo gusto y herida a la intemperie, el Tribunal de Apelaciones de Santiago lo despojó a principios del presente mes —esta es la cuarta vez que sucede— de la inmunidad que le entrega el haber sido "presidente".

El más reciente desafuero de Pinochet tiene que ver con las cerca de 130 cuentas bancarias, pasaportes falsos, firmas adulteradas, impago de impuestos y otras lindezas que salieron a la luz a causa de una investigación del senado norteamericano en el Banco Riggs.

Cualquier hijo de vecino se percata de la contradicción moral inherente a los procesos contra el octogenario ex comandante en jefe del Ejército. Casi al unísono en que se conocía el último desafuero, el mismo Tribunal de Apelaciones de Santiago, en su Cuarta Sala, se pronunciaba, unánimemente, por poner fin al encausamiento dictado por el juez Juan Guzmán. Era aquí donde pesaban las violaciones contra los derechos humanos.

Teleserie tinta en sangre

Pinochet ante la justicia
La opinión de las víctimas:
-Abogado Eduardo Contreras, representante de familiares de las víctimas de la dictadura: "Es extraordinariamente grave el cierre del proceso el mismo día en que se aprobó el desafuero de Pinochet por delitos tributarios (…) A los jueces no les parece permisible que Pinochet sea un ladrón, pero no les importa que sea un asesino (…) Millones de dólares valen mucho más que la sangre de los chilenos que cayeron en la Operación Cóndor".
-Abogada Carmen Hertz, representante de familiares: "El paralelismo entre Al Capone y Pinochet es válido, porque los dos cometieron delitos tributarios, pero creo que es un insulto para Al Capone".
-Jurista Hugo Gutiérrez: "El gángster de Chicago (Al Capone) no fue castigado por la 'Matanza de San Valentín', de 1929 (el asesinato de siete miembros de una banda rival), pero pasó sus últimos años en la prisión de Alcatraz condenado por delitos tributarios".
Fuentes: EFE, IPS y AFP

El criminal —comenta el hijo de vecino— puede acaso ir a la cárcel por ladrón y no por sus crímenes. Pero esta viscosa manera de actuar en la judicatura halló eco entre la derecha chilena, cuya decisión de separarse públicamente de Pinochet se revela de forma muy ostensible cuando se divulgan sus latrocinios y ya no encuentran justificaciones para el espadón.

La derecha más conservadora solía exculparlo a partir de la idea de que durante los 17 años de dictadura fue una guerra civil lo que predominó en Chile, por lo cual las prácticas pinochetistas se justificaban. Olvidaban que, incluso en las guerras, se exige respeto contra el enemigo inerme, que fue la situación en que se sucedieron en el país austral la mayoría de los homicidios.

Pero todo esto, que es como una espada clavada en el corazón de los familiares de miles de asesinados, desaparecidos y torturados en Chile, parece estar lejos de acabar, sobre todo si recordamos que la Corte Suprema, en un fallo de mediados de 2002, lo sobreseyó definitivamente debido a presuntos problemas mentales, situación que de acuerdo con esta instancia, lo inhabilita para ser parte de un proceso.

Un ojo indiscreto, sin embargo, captaría al ex militar comprando libros en una céntrica plaza capitalina. Este, entre otros deslices públicos, propios de un hombre bien capacitado. Lo que también se pone de manifiesto en su celo por poner a buen recaudo hasta el último de sus más de 17 millones de dólares, cifra que por su salario, aun con diez vidas, jamás hubiera amasado.

¿Será la Corte Suprema capaz de permitir que se le inicie un proceso por ladrón, perdonado ya el asesino?

Esto está por verse, aunque constituiría otra de las paradojas, en un caso que se considera una de las claves para que el país vaya perfeccionando su transitar democrático, sin el fantasma de esta extenuante teleserie tinta en sangre.

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