"El señor Niall Terence Connolly es el representante oficial del Sinn Fein para Cuba y América Latina", declaró en La Habana Aymée Hernández, portavoz en aquella época del Ministerio de Relaciones Exteriores.
"Los compañeros europeos detenidos estaban en visita protocolaria", dijo Javier Cifuentes, portavoz de las FARC, en declaraciones que publicó entonces el diario español La Vanguardia.
La portavoz cubana justificó la presencia de Connolly en La Habana —desde 1996—, ya que el Sinn Fein (ala política del IRA) está "legalmente reconocido como un partido político en el Reino Unido y la República de Irlanda". Cierto. Sólo que si la visita era protocolaria y política, ¿por qué se utilizaron pasaportes falsos?
Los "compañeros" arrestados junto al "embajador" son políticos singulares. Monaghan estuvo preso en Dublín, en los años setenta, acusado de posesión de explosivos. Se trata de un verdadero experto en dichos menesteres. Escapó de la cárcel precisamente a través de una explosión, tan precisa que no le dejó un solo rasguño ni afectó el auto en que huyó, previamente estacionado muy cerca de la celda.
McCauley, por su parte, había sido acusado de posesión ilegal de armas y fue herido en 1982, cuando la policía registraba un depósito de armamentos del IRA.
Amigos de la causa revolucionaria
Evidentemente, el "embajador" en La Habana andaba en compañía del ala militar de su partido político. Según comentó poco después el semanario británico The Sunday Times —generalmente muy bien informado—, fue Connolly quien recibió la "palabra de pase" para hacer contacto en Venezuela con los representantes de las FARC, posiblemente en Cuba, o a través de ETA, en Madrid.
Según fuentes británicas, el verdadero objetivo de esta visita protocolaria era probar en el territorio controlado por las FARC un artefacto mortífero: un mortero construido con cilindros de oxígeno capaz de lanzar una potente carga explosiva, rellena con clavos y otros fragmentos de metal.
En aquel entonces, las FARC controlaban un territorio de 42.000 kilómetros cuadrados (equivalente al de Suiza). Era el lugar ideal no sólo para probar el arma, sino para afinar la puntería. Ya ETA había utilizado este tipo de artefactos, pero de construcción casera, en algunos ataques realizados en el País Vasco.
Con las conexiones que Connolly debe mantener en La Habana no resultaría nada sorprendente que allí hayan encontrado los tres irlandeses su mejor refugio. Según fuentes del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS, servicio de inteligencia colombiano), estos habrían escapado posiblemente por Ecuador en dirección a Panamá, o por la frontera con Brasil. Desde uno de esos países, se habrían dirigido a Cuba, que según parece no es sólo un paraíso para turistas.
En marzo de 1995, el ex presidente mexicano Carlos Salinas de Gortari, tras verse en apuros debido a que su hermano Raúl había cometido un asesinato que podía comprometerle, viajó a La Habana antes de establecer una residencia temporal en Irlanda.
El 30 de marzo del pasado año, a instancias de Interpol, fue apresado en La Habana el mexicano Carlos Ahumada, acusado de un fraude en la administración pública de Ciudad México por cerca de tres millones de dólares.
El caso Ahumada comprometía a figuras políticas mexicanas y las autoridades del régimen cubano grabaron un vídeo de 40 horas de confesiones, que ahora utilizan como arma de chantaje, ya que se han negado a entregarlo a las autoridades aztecas.
Ahumada fue deportado finalmente a México, pero las autoridades cubanas sostuvieron que era un caso "eminentemente político", o sea, descartaron las acusaciones de fraude.
En el caso de los tres irlandeses resulta difícil que las autoridades cubanas acepten cualquier solicitud de extradición por parte de Colombia, o respondan al pedido de la Interpol con el arresto de estos amigos de la causa revolucionaria cubana y también bolivariana. Lo más probable es que los irlandeses cambien de identidad y de rostro, y se vayan tranquilamente a vivir en otro país, caso de que no lo hayan hecho ya.
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