www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
  Parte 1/5
 
El dilema balcánico
Una historia de las transiciones: Los Balcanes configurarían el territorio tapón entre Roma y Bizancio, el escenario de la contienda de lo griego ante lo latino, y el sitio de las confrontaciones entre Oriente Medio y Europa.
por JUAN F. BENEMELIS, Miami
 

Existe una visión parcial de lo que es la geografía del Medio Oriente. Se tiene la noción de que sólo incluye el territorio que va de Egipto al Pakistán, y las fronteras del sur, de la ex Unión Soviética hasta el Índico. De aceptarse tales límites figurativos e inexactos, se pierden los hilos y las conexiones políticas, económicas, religiosas y étnicas que están marcando el ritmo de los acontecimientos contemporáneos de las transiciones en el antiguo mundo comunista.

Niño
Localidad serbia de Novi Selo. (SAVE THE CHILDREN)

El Oriente Medio, sin embargo, es mucho más amplio, e incluye esa parte de Eurasia que se encuentra entre la Unión Europea y las nuevas fronteras de la OTAN, por el occidente, corriéndose hacia el oeste por todo el sur de Rusia hasta llegar a China. Es una región volátil que contiene el 70 por ciento de las reservas de petróleo y el 40 por ciento del gas natural del planeta, en la cual se entremezclan los legados culturales de los otrora imperios de Bizancio, Persia y Turquía.

Esta área europea nada tiene que ver con la Europa central (sea eslava o no), o con la occidental, o con Rusia. La frontera que corta los Balcanes, entre el viejo imperio austrohúngaro (cuyo desmembramiento fue un craso error) y el otomano, refleja una división aún más vieja que la de los dos imperios romanos de Occidente y de Oriente. La cultura griega que nunca cuajó en un imperio —pese a los esfuerzos de Pericles—, fue una entidad oriental y estaría muy lejos de ser la "cuna de Occidente", como proclaman, y el imperio alejandrino de Macedonia, que había englobado a toda la región, en definitiva terminó en la órbita del romano.

Los césares construyeron en aquel lugar su otra sección imperial, la que devino luego Bizancio, y que terminó en manos turcas. Allí fue donde la civilización clásica se cercenó y la cristiandad se fraccionó en dos escuelas. Los Balcanes configurarían el territorio tapón entre Roma y Bizancio, el escenario de la contienda de lo griego ante lo latino, el sitio de las confrontaciones entre Oriente Medio y Europa, el lugar que después de la Primera Guerra Mundial se llamó Yugoslavia. Por eso cuando este Estado se fraccionó en 1991, sus partes asumieron la división romana anterior al siglo XVI.

Un mosaico

La escisión entre las partes orientales y occidentales, que se inició como una reorganización administrativa entre la Roma latina y la Constantinopla griega, no fue una construcción artificial. En el fondo y con posterioridad, reflejó a dos civilizaciones de la Antigüedad. De ahí la partición que aconteció en el cristianismo: la del obispado  católico romano por un lado y el patriarcado ortodoxo bizantino por otro.

Tampoco fue postiza, pues respondió a la realidad política y cultural de las dos Roma. El imperio romano de Occidente dio lugar a la Europa occidental, y el imperio romano de Oriente, a Bizancio, que sería el asiento de los cristianos ortodoxos y luego de los musulmanes, a raíz de la conquista de los turcos. Por eso, Bizancio primero, y luego los otomanos, heredaron la civilización greco-asiática de la cuenca mediterránea oriental.

Las fronteras precisas de los Balcanes son vagas e inciertas, se hallan más en la naturaleza de las identidades culturales que en los términos geográficos. Incontables olas migratorias de pueblos y clanes han cruzado los Balcanes desde y hacia África, Oriente Medio y Europa. Los Estados de los Balcanes son Albania, Bulgaria, Grecia, Rumania, y los Estados que conformaban la antigua Yugoslavia: Croacia, Eslovenia, Bosnia-Herzegovina, Macedonia, Serbia-Montenegro y la discutida Kosovo. Internamente, sus cadenas montañosas conspiran contra la unidad de sus pueblos. Así, aisladas unas de otras, sus comunidades componen un mosaico que retiene sus religiones, idiomas, costumbres, arquitecturas, alfabetos, e incluso, sus calendarios dispares.

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3. Con el tratado...
4. La cortina...
5. En el sur...
   
 
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