www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
  Parte 3/5
 
El dilema balcánico
Una historia de las transiciones: Los Balcanes configurarían el territorio tapón entre Roma y Bizancio, el escenario de la contienda de lo griego ante lo latino, y el sitio de las confrontaciones entre Oriente Medio y Europa.
por JUAN F. BENEMELIS, Miami
 

Con el tratado de San Estéfano en 1878, Rusia desmembró las provincias otomanas europeas de los Balcanes. Así se establecieron Estados que violaban los principios étnicos, y se hicieron oídos sordos a las discrepancias religiosas y sentimientos nacionales, algo que los turcos habían cuidado. De inmediato tuvo lugar el Congreso de Berlín de 1878, en el cual los poderes europeos trataron de enderezar el enredo que los rusos habían hecho en los Balcanes.

Sin dudas, el Congreso de Berlín sembró la discordia en los Balcanes al santificar la permanencia de Albania y Macedonia bajo el yugo turco, esta última reclamada por Serbia, Grecia y Bulgaria. Por su parte, se confinó a Bulgaria a su porción norte, bajo protección turca. La monarquía austrohúngara rechazó el mandato del Congreso de Berlín y se anexó el territorio de Bosnia-Herzegovina. El arbitraje sobre Macedonia espoleó luego la guerra de los Balcanes de 1912-1913, y su decisión sobre Bosnia precipitó la Primera Guerra Mundial.

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Gran Bretaña recibió a Chipre y Serbia obtuvo su independencia junto a Montenegro. Las soluciones concertadas nunca lograron desagraviar la totalidad de los intereses locales, en especial en lo referente a los litigios étnicos y las fronteras. Así, de la peor manera, se resolvía el "problema oriental". Tanto Albania, Kosovo y Macedonia serían fuentes de conflictos constantes para los turcos. Los albaneses, en la actual Albania y en Kosovo, se insubordinaron en 1908 en apoyo de los Jóvenes Turcos, temerosos de que los cristianos del área les arrebatasen sus tierras, pero esta rebelión provocó la intervención italiana.

La tercera guerra

En estos años turbulentos, la historia se movió a un ritmo frenético con la disolución del Imperio Otomano en Europa. Los Estados cristianos de la península (Serbia, Bulgaria, Grecia y Montenegro) conformaron la Liga de los Balcanes, que expulsó a los otomanos de Europa en 1912. A finales de ese año, las tropas serbias se adentraban en Kosovo.

Durante esta guerra, Albania declaraba su independencia con el sostén de los grandes poderes, mientras se forzaba a Serbia para que entregase parte del territorio ocupado. Bulgaria, que había asumido el papel central en la lucha contra Turquía, se sintió insatisfecha al tener que compartir la Macedonia con Serbia y Grecia, y en el verano de 1913 lanzó un ataque sorpresivo contra ambas para retener la Macedonia. De inmediato, Montenegro y Rumania hicieron causa común con Serbia y Grecia, y sus ejércitos derrotaron a Bulgaria, provocando la rebatiña macedónica.

Los miembros del gobierno serbio retaron el control austrohúngaro en las comarcas de Bosnia-Herzegovina, al plantear que esta provincia otomana era de su patrimonio. El plan concebía el asesinato del heredero del trono, el archiduque Franz Ferdinand, en ocasión de un viaje que, junto a su esposa, realizaba a Sarajevo.

El 28 de junio de 1914 el archiduque y su consorte fueron asesinados, lo que desató una cadena ascendente de maquinaciones y sucesos. El mando militar austrohúngaro demandó la capitulación de Serbia, la cual fue rechazada al disponerse del apoyo ruso. El Estado Mayor alemán, que procuraba cualquier coyuntura para atacar a Rusia, exigió su abstención, pero el rechazo de Moscú provocó la declaración de guerra de Alemania, la cual, preventivamente, invadió primero a Francia, el aliado más poderoso de Rusia. En su ataque a Francia, Alemania violó la neutralidad de Bélgica, garantizada por Inglaterra, lo que obligó que esta última entrara en el conflicto.

Así se iniciaba la tercera guerra de los Balcanes, mal conocida como la Primera Guerra Mundial, y que englobaría a los entonces poderes del planeta, aniquilando el orden civilizador que existía hasta el momento, y dando paso a una nueva reorganización económica, comercial e internacional, que marcó todo el rumbo político del siglo XX.

Las tres dinastías imperiales multinacionales que se enfrentaron por el control de los Balcanes (la de los Habsburgo, del imperio austrohúngaro, la otomana de Turquía y la de los Romanov en Rusia) desaparecieron con sus visires, condesas y archiduques. Hungría se desmembró de Austria y Croacia de Hungría, emergiendo de tal contienda unos Balcanes totalmente diferentes.

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