www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
  Parte 2/2
 
Reunificación y misiles
Las dos Corea intentan una agenda para la reagrupación, aunque Pyongyang insiste en el chantaje nuclear.
por MIGUEL RIVERO, Lisboa
 

A fines del año pasado, la Agencia de Inteligencia de Japón difundió un informe en el que se afirmaba que existen "signos de inestabilidad" en Corea del Norte y que se ha abierto una profunda grieta entre una mayoría de la población depauperada y un sector enriquecido a la sombra del régimen. "Esta confusión empeorará en el futuro", según Tokio.

Pero el ministro Cheng Dong Young ya advirtió: "No pensamos que el gobierno de Corea del Norte se hunda", y agregó que Seúl "no tiene interés" en que eso se produzca.

Para aquellos que conocen el sistema férreo de Corea del Norte, casi totalmente aislada del mundo, y con una población que parece robotizada bajo el fanatismo del culto al "máximo líder", resulta difícil imaginar que se produzcan manifestaciones masivas contra el régimen, como ocurrió en la República Democrática Alemana (RDA), a finales de 1989. Una cosa son los deseos y otra las realidades.

En el caso específico de Corea del Norte, no se puede olvidar el pasado reciente: como Mao, en los años sesenta, y el emperador de Japón hasta 1945, el estatuto de Kim Il Sung era algo cercano al de un Dios. El prefacio de la Constitución norcoreana lo define como "el sol de la nación y la estrella polar de la reunificación de la patria". Desde ese estatuto planetario, el líder supremo marca una nueva era. El calendario Juche, establecido en 1997 con motivo del tercer aniversario de su muerte, tiene como punto de partida el 15 de abril de 1912, fecha del nacimiento de Kim Il Sung, el Día del Sol.

Es sabido que Corea del Norte es el primer caso de una sucesión monárquica comunista: Kim Jong-il, el hijo del anterior emperador, es ahora el "gran timonel".

La declaración conjunta

El 15 de junio de 2000, el entonces presidente de Corea del Sur, Kim Dae-jung, y el líder norcoreano Kim Jong-il, firmaron una declaración conjunta en una cumbre que pretendió sentar las bases de una futura reunificación de la península coreana.

Esta reunión abrió la puerta a una serie de esperanzas que se han ido apagando en los últimos años, tras la reanudación —por parte de Corea del Norte— de un programa destinado a producir armas atómicas.

El último gran revés en las relaciones entre Corea del Norte y la comunidad internacional se produjo en septiembre de 2004, cuando Pyongyang decidió boicotear una nueva ronda de las reuniones multilaterales de Pekín sobre el programa nuclear norcoreano.

En el hipotético caso de la reunificación, resulta necesario mencionar algunos indicadores económicos. En Corea del Norte, el ingreso nacional bruto en 2004 fue de 20.800 millones de dólares, que representa sólo el 3 por ciento del de Corea del Sur, mientras que la renta per cápita fue de 914 dólares, o sea el 6,5 por ciento de su vecino del Sur.

El volumen del comercio exterior de Corea del Norte creció un 19,7 por ciento respecto a 2003, hasta situarse en 2.860 millones de dólares, 167 veces inferior en comparación con el de Corea del Sur, que fue de 478.300 millones de dólares.

No resulta necesario ser un erudito en economía para darse cuenta de que cualquier proceso de reunificación tendrá a Corea del Sur como motor impulsor, y no a la Corea comunista, como lo presenta el régimen cubano.

Ante el fracaso económico, al régimen de Kim Jong-il sólo le queda el chantaje de las armas nucleares y los misiles de mediano alcance. Según un reciente editorial del Rodong Sinmun, equivalente al diario Granma: "Nuestras armas nucleares son un escudo en el que podemos confiar para defender la soberanía y la paz del país, y una garantía de victoria".

¿Reunificación sobre las cenizas de ciudades devastadas por armas nucleares? Esperemos que no sea ese el desenlace…

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