El antiglobalismo de buena porción de esta rama de la izquierda chilena no significa, sin embargo, un divorcio con la computación, Internet, el chateo, la música, el mp3 y todo lo que provee o facilita la época que corre. Sirven, sobre todo, como herramienta de organización y convocatoria.

Pero esta amalgama política inquieta, de manera creciente, a los conglomerados mayoritarios, a saber la Concertación y la alianza de derecha, integrada esta última por Renovación Nacional (RN) y la Unión Democrática Independiente (UDI). En la alianza, por cierto, las discordias se profundizan de manera quizá no calculada. Por supuesto que a JP se le suele identificar, por un espectro de coincidencias, cerca de la Concertación, lo cual no es óbice para que la critique sin miramientos y hasta sin piedad.

Una comentarista recordaba recientemente que para los comunistas la "masa" deviene estratégica, pero para los humanistas y otros lo que está ad portas es una revolución sin centro, la de la multiplicidad. De pupila atenta a lo contemporáneo, conocen a Marx y a autores como James Petras, mas sus élites intelectuales no evitan a Toni Negri, a Chomsky, a Ilya Prigogine, a Eduardo Galeano. Confiesan que lecturas del subcomandante Marcos también los nutre.

Por lo que consideró una traición concertacionista a sus prístinos ideales de igualdad y justicia social, el Partido Humanista se retiró de la coalición gobernante, que ayudó a fundar. A pesar de las actuales distancias, personajes de un lado y otro difícilmente olvidarán los compañerismos, peligros y dolores de la lucha contra el régimen militar de 17 años. Estas memorias deben esconderse en alguna esquina del alma, porque en la plaza de toros que es la política no se pueden echar afuera.

Elecciones en diciembre

El año pasado, JP hilvanó con perspicacia a sus candidatos para las elecciones municipales, donde alcanzaron el 10 por ciento de la torta (4 alcaldes y 90 concejales), impensable entonces para un partido recién creado. Y ello, a contrapelo de fragmentos de su membresía que afirmaban velar sus armas en favor de las juntas vecinales, de la pequeña causa comunal, a la vez que mostraban pesimismo o falta de fe ante las ambiciones electorales.

Desde mayo pasado, sin embargo, JP ya tiene candidato para la más alta magistratura del país, con vista a los comicios parlamentarios y presidenciales de diciembre venidero. Un humanista, Tomás Hirsch, pasaría pronto a sustituir a un miembro del PC, el cual renunció a su candidatura en bien de la unión. Hirsch pujó por La Moneda en 1999, con resultados menos que discretos.

Aunque una de las últimas encuestas coloca a JP con un esmirriado 3 por ciento de adhesión electoral, no sería dislate augurar que, de sortear las variables de desintegración, sus logros sobrepasarán estos tempranos pronósticos. Si es verdad que los resultados dependerán del carisma de su postulante y del diseño de una propaganda que llegue de manera clara y directa a la gente, también lo es que pueden aprovechar su imagen de "abajo", de quienes afirman no sin razón que están habituados a la precariedad.

¿Por qué tal situación aparece aprovechable? Una de las discusiones recurrentes de la política chilena se dirige a transparentar la fortuna y poner coto a intereses económicos de los aspirantes a La Moneda. Además, la tercera fuerza es la única que se ha conservado al margen de los escándalos de corrupción que han estremecido a los bloques preponderantes.