www.cubaencuentro.com Viernes, 28 de octubre de 2005

 
   
 
Irán y los nuevos peligros
La amenaza nuclear y el clima de enfrentamiento con Estados Unidos y la Unión Europea distinguen el estilo de gobierno de Mahmud Ahmadinayad.
por MIGUEL RIVERO, Lisboa
 

El ultraconservador iraní Mahmud Ahmadinayad tomó posesión el 3 de agosto como nuevo presidente de Irán. No es casual que sólo una semana después ordenara romper todos los precintos de la maquinaria nuclear en la planta de Isfahán y reanudar el proceso de transformación del polvo de uranio en gas; primer paso hacia el enriquecimiento de este elemento radioactivo y la eventual producción del arma atómica.

M. Ahmadinayad
Mahmud Ahmadinayad, nuevo presidente de Irán.

Con el nuevo presidente, Teherán marcha por el camino de la confrontación con Estados Unidos, esgrimiendo el programa nuclear como arma de chantaje. Es una situación sumamente peligrosa para la región, pero también para toda la humanidad, si tomamos en cuenta los fundamentos extremistas en los cuales se basa el régimen iraní, encabezado por el líder supremo de la Revolución, gran ayatolá Ali Jamenei, cuyo poder es omnímodo.

Sin partido político que le respalde, Ahmadinayad ha cimentado su victoria en la fama de hombre honesto y recto, fiel a los principios de la revolución y defensor de los pobres, que se ganó como regidor de la capital del país.

Pero principalmente logró su triunfo gracias al apoyo de la oligarquía de los poderosos clérigos tradicionalistas, que pusieron a su disposición la amplia red de mezquitas.

Nacido en 1956 en Garmsar, una pequeña localidad obrera en las cercanías de Teherán, se enorgullece de haber formado el grupo de estudiantes "Basij", que en 1979 asaltó la Embajada de Estados Unidos en Teherán.

El incidente, en el que 52 personas fueron retenidas durante 444 días, supuso la ruptura de relaciones diplomáticas entre ambos países, lazos que Ahmadinayad ya ha dicho que no piensa restaurar.

Su carrera política discurrió en asociaciones de corte reaccionario como el comité central de la Sociedad de Devotos de la Revolución Islámica y la ultraconservadora Oficina para el Refuerzo de la Unidad.

Como alcalde de Teherán ordenó el cierre de los restaurantes de comida rápida que proliferaron durante el gobierno del anterior regidor reformista, restringió la actividad de los centros culturales, y alentó la fundación de centros de enseñanza y difusión de los valores del Islam. Incluso, ordenó retirar de las calles de la ciudad una campaña de publicidad que utilizaba la imagen del famoso jugador británico de fútbol, David Beckham, por considerarla irrespetuosa con los principios de la Revolución.

Además, recomendó a los funcionarios municipales que dejasen crecer y poblar sus barbas, y que vistieran mangas largas. Este tipo de decisiones propiciaron un enfrentamiento con el anterior presidente del país, el reformista Mohamed Jatamí, que le retiró el honor reservado a los alcaldes de Teherán de participar en la reuniones del Consejo de Ministros.

Tiempos complicados

Con estas credenciales, no resulta nada aventurado afirmar que se avecinan tiempos muy complicados en las relaciones de la Unión Europea (UE) y la administración norteamericana de George W. Bush con el régimen iraní.

Por ejemplo, el pasado 15 de agosto, el nuevo presidente de Irán confirmó la designación del conservador Ali Larijani como nuevo director del Consejo de Seguridad Nacional, organismo encargado de la negociación nuclear con la UE. En los años pasados, Larijani, de 48 años, se ha mostrado como uno de los más acerados críticos de la negociación con Europa y entre los partidarios de no hacer concesiones.

La composición del primer gabinete de ministros no constituyó una sorpresa. Está caracterizada por la inclusión de miembros de la línea dura del régimen en las principales carteras. En la lista de 21 nombres entregada al Parlamento, destaca la elección del diputado conservador Manucher Mottaki (antiguo embajador en Japón y Turquía) como ministro de Asuntos Exteriores, y la de Ali Saeedlu como titular de la cartera de Petróleo.

Mottaki ha sido uno de los críticos más tajantes en la negociación con la Unión Europea sobre el programa nuclear, y un acérrimo defensor de una política beligerante que evite cualquier tipo de concesión. Igual ocurre con el Ministerio de Defensa, para cuya dirección Ahmadinayad ha propuesto a uno de sus colaboradores más estrechos, Mostafa Mohamad Najar, poco conocido en los círculos políticos iraníes. Miembros de la línea más dura son también los posibles ministros de Interior, Mustafa Pourmohammadi, y de Inteligencia y Servicios Secretos, Gholam Hossein Mohseni Ejehei, este último un clérigo con fama entre la prensa por no respetar las libertades.

La aprobación del nuevo gobierno por parte del Parlamento está asegurada, ya que el órgano legislativo también está controlado por los conservadores. Su composición demuestra que será el líder supremo de la Revolución, gran ayatolá Ali Jamenei, quien tome las riendas de la política exterior del país. En realidad, todos los elegidos son seguidores cercanos del líder supremo.

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