www.cubaencuentro.com Viernes, 28 de octubre de 2005

 
  Parte 1/2
 
El relanzamiento
Dispuesto a seguir dando la batalla en defensa del castrismo, el eurodiputado Miguel Ángel Martínez abre el curso político reactivando su proyecto.
por MICHEL SUáREZ, Madrid
 

El 30 de octubre de 2002 le pregunté al diputado socialista español en el Parlamento Europeo, Miguel Ángel Martínez, qué significaría la posible llegada al poder de José Luis Rodríguez Zapatero para las relaciones entre España y Cuba.

M. Martínez
Eurodiputado Martínez Martínez.

Martínez, entre otras cosas, respondió que cuando su partido ganara las elecciones, con Rodríguez Zapatero a la cabeza, las relaciones entre España y Cuba —y las relaciones entre Europa y Cuba— mejorarían "incuestionablemente", y de ello saldría "beneficiado el pueblo cubano".

Hoy, casi dos años después de aquella entrevista, Zapatero es el presidente del gobierno español. Sin embargo, y para suerte del pueblo cubano —aunque a Martínez le duela— el jefe del Ejecutivo, su propio jefe, ha dicho que está dispuesto a mantener la presión sobre el régimen de Castro e interceder por la libertad de Raúl Rivero. Hay detalles sobre algunas negociaciones, pero —probablemente— los involucrados prefieran no revelarlos para no interferir en su éxito.

Sin embargo, tras el anuncio manifestado por Zapatero en el diario madrileño El Mundo, ha habido de todo: desde la ratificación de continuar apoyando la posición común de la Unión Europea hasta la posibilidad de "suavizar" las sanciones en virtud de los "gestos".

Pero hay más deslices que, de no atajarse a tiempo, podrían convertirse en verdaderos dolores de cabeza en materia de política exterior para el gobierno español. El mismo Miguel Ángel Martínez, considerado un eurodiputado díscolo en el tema cubano, del cual podría argumentarse que actúa a cuenta y riesgo, sin obedecer las líneas generales de su organización, fue electo nuevamente eurodiputado. Su partido lo postuló en el puesto 16 de las listas, a sabiendas de que estaban asegurados alrededor de 25 escaños.

Por tanto, si se supone que Martínez y sus "opiniones estalinistas" hacen daño a la imagen de centro-izquierda democrática y moderna que enarbola el PSOE, si de verdad causa tantos estragos a la política oficial exterior y si es un incontrolable, ¿cuáles son las razones para que se le hubiese premiado con una nueva candidatura?

Fuentes solventes del Congreso español me comentaron en abril del año pasado que Martínez era tenido por "loco" dentro del partido, que nadie se detenía a corregirle porque era la viva imagen de lo retrógrado, algo así como uno de los últimos exponentes del "tardoestalinismo".

Dicho esto, ¿por qué entonces apareció en un puesto tan ventajoso, que incluso de producirse una hecatombe electoral socialista, le hubiera asegurado una banca en la Cámara Europea?

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