www.cubaencuentro.com Viernes, 28 de octubre de 2005

 
  Parte 2/3
 
Los clásicos prejuicios
¿Fueron racistas Carlos Marx y Federico Engels?
por MIGUEL CABRERA PEñA, Santiago de Chile
 

Pero otra ambivalencia le pilla Zirkle cuando exagera Engels el peso de la experiencia sobre el pensamiento: "Sí, por ejemplo, entre nosotros los axiomas matemáticos parecen evidentes por sí mismos para cualquier niño de ocho años, y no necesitan la prueba de la experiencia, esto no es más que el resultado de la 'herencia acumulada'. A un bosquimano o a un negro australiano sería difícil enseñárselos, incluso con pruebas".

El catedrático y célebre orientalista francés Maxime Rodinson recuerda otras flojedades, pero ahora en el autor de las Tesis sobre Feuerbach: "Ciertas razas, ciertas disposiciones, ciertos climas, ciertas condiciones naturales como la proximidad del mar, la fertilidad del suelo, etc., son más favorables que otras a la producción". Su amigo Engels —profiere Rodinson— consideró también "estas variadas disposiciones de las razas sólidamente establecidas".

En Internet puede leerse, en lengua inglesa, una carta de Engels a Wroclaw Borgius, en que se repite la afirmación anterior. La misiva está fechada en Londres el 25 de enero de 1894, escasamente un año antes de morir. Nosotros —apunta el amigo de Marx— miramos las condiciones económicas como el factor que en última instancia determina el desarrollo histórico. Y acto seguido: But race is itself an economic factor (pero la raza es por sí misma un factor económico).

Lázaro, el leproso

Desde un vasto conocimiento de los judíos, el británico Paul Johnson demuestra el sistemático antisemitismo teórico de Marx, desde el que brota, agrega, no sólo su sentido de la historia, sino su metodología. Johnson fuera implacable —o increíble— si no citara puntualmente cada análisis de los que propone sobre este profundo prejuicio en el llamado Prometeo de Tréveris.

Aunque pareciera bastante lo que anteriormente hemos leído contra Lassalle, reproduce Paul Johnson una misiva previa —10 de mayo de 1861—, a propósito de a quien Marx moteja de "Lassalle-Lázaro", y al cual, por si fuera poco, calimba de "judío grasiento, disfrazado con brillantina y joyas relucientes". Pero aquí no acaba el faro del proletariado mundial, que toca casualmente uno de los cultos más populares en Cuba.

Dice Marx que el egiptólogo Karl Richard Lepsius demostró que el éxodo de los judíos de Egipto no fue otra cosa que la historia que Manetón narra de la expulsión del "pueblo leproso" que salió del país africano, a cuya cabeza partió Moisés, un sacerdote egipcio renegado. Y para justificar el apelativo compuesto que le ha endilgado a Lassalle, escribe Marx: "Por lo tanto, el leproso Lázaro es el arquetipo del judío, y Lassalle es el leproso típico". Claro que estas lindezas manifiestan muy mal gusto, pero ya el "guía de los trabajadores" se había burlado de la sífilis que padecía el germano de sangre africana.

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