www.cubaencuentro.com Martes, 29 de abril de 2003

 
  Parte 1/2
 
Huitzilopochtli frente al Séptimo de Caballería
El aislamiento es el escenario preferido por La Habana. David contra Goliat y la muerte colectiva como única opción.
por ALCIBíADES HIDALGO, Washington
 

Los fusilamientos de La Habana no deberían sorprendernos, afirman con razón los comentaristas del exilio cubano. Pero Fidel Castro lo ha logrado una vez más. Su último exceso multiplica la desmesura de los 1454 años de prisión dictados contra 75 periodistas independientes y opositores pacíficos para iniciar una nueva era de represión y aislamiento.

Huitzilopochtli
Huitzilopochtli, dios azteca de la guerra.

En ambos casos, los procedimientos sumarios de los procesos señalan su premeditada injusticia y la urgente necesidad de que concluyan en plazos marcados por una guerra distante y ajena.

Que los protagonistas del secuestro incruento de una embarcación de pasajeros terminen ante un pelotón de fusilamiento en el mismo momento en que se diezma la oposición pacífica, es también parte importante de la puesta en escena. Poetas contestatarios, economistas incómodos, demócratas inoportunos y periodistas inquisitivos se confunden e igualan con presuntos terroristas en el anuncio de una inminente agresión norteamericana, la misma que se espera hace más de cuarenta años.

Es el regreso a Numancia. A comienzos de los años 90, tras la desaparición del socialismo europeo, Fidel Castro se sintió ofendido por la similitud que Felipe González encontró entre el rechazo del Gobierno cubano a cualquier apertura y el espíritu numantino, que llevó a algunos de los habitantes de la ciudad celta que resistió la conquista romana en la Península Ibérica, a la inmolación antes que capitular frente al asedio del imperio. No se trata de recordar a Numancia, dijo entonces Castro, pero aunque mueran millones de cubanos, añadió, al menos 250.000 norteamericanos pagarán con sus vidas la conquista de la Isla. Nada más parecido a lo que el socialista español decía en otras palabras.

Para defender el sacrificio humano de los tres jóvenes ejecutados en La Habana, afirma ahora:

"Estamos en medio de una batalla contra las provocaciones que tratan de llevarnos a un conflicto militar con Estados Unidos (…) hemos estado amenazados durante 44 años y siempre decididos a luchar hasta el fin".

Hans Hertell, embajador norteamericano en República Dominicana, le hizo un favor al régimen cubano. Lo que está pasando en Irak, declaró, es un buen ejemplo para Cuba. Tanta fue la complacencia de Fidel Castro ante el comentario, que le respondió de su puño y letra —y con mucho cinismo— en la primera página de los diarios cubanos: "Felicidades por su declaración de hoy sobre la cruzada liberadora de su gobierno, que incluye a Cuba, y muchas gracias". El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, dijo algo muy distinto que el enviado de su gobierno en Santo Domingo.

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