www.cubaencuentro.com Martes, 29 de abril de 2003

 
  Parte 1/2
 
Invitación al holocausto
Sin halcón no hay paloma: Excluido del Eje del Mal, abandonado por Rumsfeld, el castrismo enfrenta la repulsa de la comunidad internacional.
por RAFAEL ROJAS, México D. F.
 

Las primeras reacciones de los disidentes cubanos a la violenta represión que se aplicó contra ellos, a principios de abril, son reveladoras de la inocencia de esta oposición pacífica y moderada. Casi todos se sintieron como chivos expiatorios, como piezas en un nuevo juego de tensiones geopolíticas entre Estados Unidos y Cuba. Muchos llegaron a declarar que "algo muy
Paloma y soldado
grave", que desconocían, estaba en el trasfondo de aquella violencia de Estado que en una semana los puso en la cárcel y los condenó a penas inconcebibles por delitos de asociación y conciencia. Tenían razón: los presos y los fusilados fueron y son peones de una nueva operación geopolítica del Gobierno cubano. ¿Es este incólume maquiavelismo pura emanación mental de Fidel Castro? ¿Un patrón de comportamiento de la clase política habanera? ¿Una técnica de poder inventada por ese régimen? Los historiadores de mañana tendrán que develar el misterio.

Fidel Castro, como es sabido, es un político que imprime a sus decisiones un fuerte contenido simbólico, el cual cumple funciones domésticas y globales. Cada jugada política de Castro contiene una multiplicidad de mensajes, que es dirigida a diversos destinatarios y es pensada para provocar reacciones específicas en diferentes actores. Esta intensidad simbólica se manifiesta, sobre todo, en aquellas coyunturas difíciles para su régimen —Bahía de Cochinos en 1961, la Crisis de los Misiles en 1962, el éxodo de Mariel en 1980, los fusilamientos Ochoa y De la Guardia en 1989, el maleconazo en 1994, el derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate en 1996, el caso Elián entre 1999 y 2000— que, por lo general, se liberan a través de un clima de confrontación con Estados Unidos, el cual bordea, pero nunca toca, se acerca, pero nunca llega, a la posibilidad de una invasión, permitiéndole, así, rearticular el consenso dentro de la Isla y ganar un importante respaldo internacional.

Esta vez, la manipulación simbólica de la represión es bastante visible por el momento elegido para realizarla. Fidel Castro no sólo condenó a 6, 20 o 28 años de cárcel a 75 opositores pacíficos y moderados, sino que ordenó el fusilamiento de tres secuestradores, que sólo ocasionaron daño psicológico a sus rehenes, y lo hizo en medio de la impopular guerra de Estados Unidos y Gran Bretaña contra Irak, de un fuerte cabildeo en favor de la suavización del embargo comercial y del ingreso de Cuba al Acuerdo Cotonú de la Unión Europea con América Latina, África, el Caribe y el Pacífico. Por si fuera poco, estos excesos de la "justicia revolucionaria" se produjeron dos semanas antes de que la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra votara una resolución de Uruguay, Perú, Costa Rica y Nicaragua que… ¡no condenaba al Gobierno cubano!: Sólo le pedía que recibiera en La Habana a Christine Chanet, la representante del Alto Comisionado.

Con los encarcelamientos, Castro buscó, por lo menos, tres objetivos: neutralizar a la oposición interna, intimidar a los disidentes que quedaran libres y a los posibles reformistas del Gobierno, y exportar al mundo la imagen de que en Cuba se estaba creando una quinta columna de conspiradores, al servicio de Estados Unidos, que apoyaría una virtual invasión norteamericana a la Isla. La idea de que este mensaje sería asimilado en América Latina y Europa, como justificación de la represión, se basaba en el supuesto de que el sentimiento antiamericano y la ruptura de muchos países occidentales con Washington, por motivo de la guerra en Irak, evitaría el repudio internacional, la exclusión del Acuerdo Cotonú y la condena en Ginebra. Aunque, en el caso de que no lograra salir ileso, siempre quedaba el recurso de convocar en La Habana, el 1º de mayo, a una gran manifestación contra Estados Unidos y sus lacayos en América Latina y el mundo: Gran Bretaña y España o México y Chile, por ejemplo.

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