www.cubaencuentro.com Viernes, 18 de julio de 2003

 
  Parte 1/3
 
La enfermedad infinita
Apuntes sobre historia y revolución. Una reflexión a partir de la última escalada represiva del castrismo.
por CARLOS A. AGUILERA, Graz
 

Según Victor Klemperer, un judío alemán que escribió uno de los libros más importantes sobre la manipulación del lenguaje en el III Reich, una mentira mientras más fragmentos de verdad contiene más fuerte es. En este sentido, la revolución cubana es ejemplar, y no sólo porque coloca toda su "fuerza" en contra del capitalismo o de una idea desfasada de éste, por superficial y heredada de los tiempos de la Guerra Fría, sino porque aprovecha esos mismos estereotipos para justificar cada uno de sus asesinatos y esconder algo más contundente y cínico: la anulación de todo tipo de derecho civil, la represión social y jurídica, la entronización en el poder.

Che, Raúl y Fidel Castro

Sin dudas, es lo que en los últimos meses ha ocurrido. Aprovechando el repudio internacional contra el totalitarismo norteamericano, aunque hubiese sucedido de todas maneras sin la invasión a Irak, el Gobierno cubano encarcela con penas de hasta 28 años a 75 disidentes cuyo único delito es ofrecer su propia versión sobre "el paraíso de los obreros" (haciendo un desmontaje de la caricatura que se esconde detrás de toda visión épica), y fusila a tres personas por secuestrar una lancha e intentar huir hacia Estados Unidos.

Más allá de la gravedad del asunto, pero más repetitivo de lo que cualquier persona puede suponer, la Revolución no ha hecho más que hacer público un procedimiento que es desde hace mucho lugar común en la Isla. No porque Raúl Castro haya dirigido a principios de los años 60 el pelotón de fusilamiento de Santiago de Cuba, y el Che Guevara, convertido hoy en santón proletario, el de La Habana (sabemos por Hannah Arendt que todas las revoluciones necesitan cada cierto tiempo un poquitico de sangre); tampoco porque entre los años 70 y 80 muchas personas murieran fusiladas o electrocutadas en manicomios (para muchos sistemas —Foucault mediante— el manicomio ha sido un lugar más eficaz que la cárcel), sino porque desde el mismo 1959 la Revolución no se ha cansado de dictar leyes represivas: siempre a favor del kapitalEstado, y de castrar todo intento de "realidad" que no haya sido manipulado antes por el poder mismo; para no hablar de los campos de concentración cubanos (UMAP), de las muertes diarias de los balseros en alta mar y de las revistas y proyectos literarios que en estos 44 años han sido clausurados/censurados por una razón u otra.

Pero si todo esto es cierto, y cada vez más libros e investigaciones así lo avalan, ¿cómo es posible que durante tanto tiempo la Revolución haya logrado ser aprobada en uno u otro foro, incluso en el de derechos humanos, y tenido apoyo de intelectuales y escritores en casi todo el mundo?

Desde sus mismos inicios, el proyecto ideológico de Fidel Castro ha jugado astutamente con varias cosas, entre ellas la opinión pública, que siempre es mucho más ingenua de lo que ella misma supone. Por una parte, ha construido todo su discurso en base a dispositivos de guerra: embargo económico norteamericano (sólo sanciones económicas de un país a otro, no bloqueo naval o aéreo), deuda externa internacional, batallas bacteriológicas, redes de espionaje, atentados. Por otra, ha utilizado como portavoz a una izquierda europea y latinoamericana bastante cegata, que identifica a Estados Unidos con el mal —el lenguaje teológico-naive que manejan casi todos los que han apoyado los últimos sucesos es un ejemplo de ello— y es incapaz de hacer una lectura a profundidad de las muchas peculiaridades históricas, políticas, etcétera, que definen el caso cubano, que junto a la prepotencia norteamericana —que antes fue europea— embrollan un espacio donde se confunde nacionalismo con solución.

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2. Por cierto, al caso...
3. De ahí que el encarcelamiento...
   
 
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