www.cubaencuentro.com Viernes, 18 de julio de 2003

 
  Parte 2/2
 
La reaparición de Pedro
Hacia una política posrevolucionaria: Rechazar la cultura de la violencia para cerrarle la puerta en la cara a los fantasmas del pasado.
por ARNALDO YERO, Miami
 

"Sería todo muy fácil —asegura Ortega y Gasset— si con un no mondo y lirondo aniquilásemos el pasado. Pero el pasado es por esencia reverant. Si se le echa, vuelve, vuelve irremediablemente. Por eso su única auténtica separación es no echarlo. Contar con él. Comportarse en vista de él para sortearlo, para evitarlo".

"El pasado —concluye el filósofo español— tiene razón, la suya. Si no se le da esa que tiene, volverá a reclamarla y, de paso, a imponer la que no tiene". Fue el gran error de Fidel Castro: intentar echar a la República; negarle la razón para justificar su revolución. Es por eso que ahora, por antidemocrático, por antirrepublicano, por anti-Pedro, se enfrenta a la reaparición de esa Cuba que viene a reclamar su razón de libertades individuales que nunca debieron conculcarse; de logros constitucionales que nunca debieron abolirse; de derechos humanos que nunca debieron sacrificarse.

Este es también, probablemente, el reto más crucial que tiene la oposición de hoy: evitar quedarse estancada en una actitud "antialgo", que en esencia no pueda trascender a Castro, del mismo modo que la revolución no pudo trascender las dictaduras anteriores ni los lastres heredados de la colonia. Superar el ademán revolucionario de siempre, que renuncia a la continuidad histórica y atrasa el proceso de evolución social porque nos condena a repetir errores con un costo injustificable de oportunidad y sufrimiento humano.

Los opositores pacíficos dentro de Cuba han rechazado el terror revolucionario y la lucha armada fratricida no por temor a enfrentarse a la represión del régimen —cosa que hacen a diario y desarmados, en la cárcel y en la calle—, sino porque el castrismo probó la falsedad del mito revolucionario como solución "milagrosa" para los males de la República y demostró, en la práctica, que dichos métodos impiden llegar a la raíz de los cambios que necesita la sociedad y solamente sirven para engendrar nuevas dictaduras.

Si lo que se quiere es una libertad perdurable, basada en una democracia más perfecta que la que tuvimos, más tarde o más temprano se tendrá que asumir una actitud posrevolucionaria que permita no sólo derrocar al dictador de turno, sino trascender para siempre la cultura de violencia política que dio lugar a su dictadura. Sólo así, actuando con plena conciencia de su coyuntura histórica, la nación podrá garantizar que el pasado totalitario no vendrá a imponerle mañana la razón que no tiene: que nunca volverá a enfrentarse "a la reaparición de Pedro".

1. Inicio
2. "Sería todo muy fácil..."
   
 
EnviarImprimir
 
 
En Esta Sección
Respuesta a un lector de periódicos
Siempre es 10 de Marzo
NéSTOR DíAZ DE VILLEGAS, Los Ángeles
La patria y sus símbolos
JOAQUíN ORDOQUI GARCíA, Madrid
Editoriales
Sociedad
Cultura
Internacional
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir