www.cubaencuentro.com Viernes, 18 de julio de 2003

 
  Parte 1/2
 
Los senderos de la confrontación
La agresividad mostrada por el régimen ante Europa contrasta con su pasividad frente a las evoluciones norteamericanas.
por LEONARDO CALVO CáRDENAS, La Habana
 

La soledad y el aislamiento que generalmente caracterizan a los poderes absolutos y "eternizados" parecen ir alcanzando en Cuba connotaciones dramáticas. Y no sólo por sus manifestaciones, sino también por sus repercusiones y consecuencias.

Robert McNamara, Tom Blaxton, y José Ramón Fernández
Los políticos norteamericanos Robert McNamara y Tom Blaxton, y el vicepresidente cubano José Ramón Fernández, se saludan.

La actual escalada de confrontaciones del Gobierno cubano con la Unión Europea rebasa con mucho los periódicos y parciales desencuentros que en los últimos años matizaron una relación sustentada en amplios compromisos económicos, crecientes implicaciones socioculturales y permanente intercambio político y diplomático.

Las lógicas inquietudes y reacciones del consenso europeo contra los últimos desenfrenos represivos de las autoridades de la Isla, han provocado una airada y desproporcionada respuesta, que llevó a los funcionarios cubanos a ausentarse de las celebraciones oficiales europeas, a identificar las posiciones y actitudes de la Unión Europea con los diseños norteamericanos, a lanzar oleadas humanas contra las embajadas de España e Italia y hasta a intervenir el Centro Cultural español de La Habana.

Para el espíritu observador del cubano no pasa inadvertido que tales represalias —y las amenazas que las acompañan— contra el grupo de países que en los años de peor crisis brindaron al Gobierno de Cuba las inversiones, los turistas, la ayuda humanitaria, los programas de colaboración y los respiros financieros imprescindibles para sobrevivir al natural agotamiento del modelo, contrastan con la extrema cautela y pasividad demostrada ante varias acciones norteamericanas, entre las que destacan la apertura de sus recintos diplomáticos a las actividades políticas de la oposición interna, la concentración de los prisioneros talibanes en la Base Naval de Guantánamo o la expulsión de 14 diplomáticos cubanos de Estados Unidos. La cautela y pasividad ha llegado por estos días al límite de condenar a sepulcral silencio la llamada Tribuna Antiimperialista —popularmente conocida como "Gritodromo"—, construida a altísimo costo frente al edificio de la Oficina de Intereses norteamericanos en La Habana, o tener que escuchar las positivas valoraciones y hasta los elogios que el gobernante cubano dedica al jefe de la diplomacia estadounidense. Muchos ciudadanos ya llegan a la conclusión de que esta diferencia de proyección radica en que nuestros gobernantes saben que, por muy álgidos que sean los diferendos con Europa, la confrontación con ésta sólo será verbal y diplomática.

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