www.cubaencuentro.com Martes, 07 de octubre de 2003

 
  Parte 1/4
 
Cuba y la izquierda
Izquierda y derecha cohabitan en el gobierno y la oposición en Cuba. Un examen crítico del pasado, presente y futuro de las tendencias ideológicas en la Isla.
por JUAN ANTONIO BLANCO, Otawa
 

Los recientes acontecimientos en Cuba obligan a la reflexión urgente de todos aquellos que fuimos militantes activos de la revolución ocurrida hace más de cuatro décadas en aquella isla y que, más temprano o tarde, nos distanciamos o rompimos con el régimen político instaurado en su nombre por considerarlo ajeno y en conflicto con nuestros ideales de izquierda. Pero también deben constituir un estímulo a la reflexión de todos los que aún creen que su honrada y comprometida contribución al "proyecto" revolucionario cubano —desde dentro de un régimen político que lo ha echado deliberadamente a un lado desde hace décadas— puede tener algún impacto en el curso de los acontecimientos.

Disidentes
Mesa de Reflexión de la Oposición Moderada, concertación de grupos disidentes de izquierda.

Desde el V Pleno del CC del PCC, en 1996, y el cuidadosamente planificado derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate para provocar la aprobación de la Ley Helms-Burton hasta hoy, la élite de poder cubana ha dado pasos orientados a hacer irreversible, no el socialismo, sino el actual modelo de socialismo de Estado que impera en el país.

La intervención directa o indirecta de cualquier espacio legal que gozara de relativa autonomía para formular propuestas políticas, la aprobación de la Ley Mordaza, la supuesta "batalla de ideas" dirigida a reforzar el régimen de pensamiento único; la declaración de "inamovibilidad" legal del sistema (o sea, el cierre definitivo de todo espacio legal para la posible reforma de aquel), seguida ahora por las sentencias a más de un milenio en prisión decretadas para un puñado de opositores pacíficos, marcan hitos que no pueden ser ignorados por quienes alguna vez tuvimos la ilusión de impulsar —como intelectuales, ciudadanos o funcionarios— una reforma pacífica y gradual del sistema hacia un nuevo paradigma de socialismo democrático.

Las 75 víctimas de esta última ola represiva, sea cual sea el grado de afinidad y cercanía que realmente guardasen respecto a EE UU (ninguna de las supuestas "evidencias" de la fiscalía cubana demostraría hasta ahora que fueran sus agentes directos), sólo tenían por armas sus ideas, viejas máquinas de escribir, alguna obsoleta computadora y un radio comercial (como esos que es posible adquirir fuera de Cuba en cualquier tienda de efectos eléctricos) con capacidad estándar para escuchar no sólo estaciones AM y FM, sino también de onda corta. En su inmensa mayoría se mostraban públicamente críticos con varios aspectos de la actual política de Washington hacia Cuba, en particular con la persistencia del embargo comercial. Estos no son los grupos de oposición armada, suministrados directamente por la CIA, que en los años sesenta se enfrentaron al entonces naciente poder revolucionario. Pero recibieron por su actividad intelectual —caracterizada por la proyección plural de diversas ideologías dentro de su común oposición al poder posrevolucionario— sentencias tan graves como las que se les otorgó a aquellos alzados en armas hace más de cuatro décadas. Su "crimen" —por el que algunos recibieron condenas de hasta casi treinta años— fue expresar públicamente ideas que no eran del agrado del poder, en medios de comunicación que tampoco eran de su agrado. El gobierno los ha situado ahora en un régimen penitenciario con crueldad calculada, en lo referente a las infrahumanas condiciones de su encarcelamiento y las notables distancias de sus prisiones, respecto a la residencia de sus familiares.

El mensaje es claro: se tratará "cualquier" disidencia pacífica con el mismo rigor implacable con el que se aplastaron los intentos armados de la pasada oposición. Esa postura pone, de facto, al disidente sistémico y al antisistémico ante los mismos peligros y desafíos. El sentido de "otredad" con el que hasta ahora era percibido el último por el primero ha sido definitivamente eliminado desde la perspectiva del poder. Ahora toda disidencia —incluida la sugerencia de reformar un régimen que se ha declarado constitucionalmente "inamovible"— será vista y tratada bajo el denominador común de la intolerante Ley 88 (conocida como Ley Mordaza).

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4. La interrogante acerca...
   
 
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