www.cubaencuentro.com Martes, 07 de octubre de 2003

 
  Parte 1/2
 
Puertas entreabiertas
¿Antepone la administración norteamericana sus intereses de seguridad nacional a los compromisos políticos con la causa cubana?
por ALCIBíADES HIDALGO, Washington
 

En el cincuentenario del asalto al Moncada el acontecer de la Isla tuerce irreverente hacia la Corriente del Golfo, empeñado en ignorar los repetidos escenarios de las conmemoraciones oficiales. Un escampavía del Servicio de Guardacostas de Estados Unidos devolvió a Cuba el lunes 22 de julio a un grupo de doce personas que secuestró una embarcación estatal de la bahía de Nuevitas, en la costa norte de la Isla. Exactamente un año atrás, en la misma fecha, otra patrullera norteamericana recogía en uno de los cayos de la Florida a otro grupo de cubanos que había logrado alcanzar el territorio del país vecino.

Balseros
'Camionautas' muestran plano de invento utilizado para intentar escapar de la Isla.

Una ley norteamericana, llamada aquí de Ajuste Cubano y allá Ley Asesina, ha ofrecido desde 1966 refugio a los cubanos que llegan a Estados Unidos. Cuando se promulgó, tuvo la intención de resolver la situación legal de más de 120.000 personas que habían dejado la Isla para esa fecha; no disgustó tanto entonces al gobierno de Cuba, porque era el reconocimiento —de hecho— de que esos cubanos no regresarían.

A partir del último acuerdo migratorio entre Estados Unidos y Cuba, firmado treinta años después —cuando Fidel Castro, por tercera vez frente a una administración demócrata, abrió las costas al éxodo incontrolado—, los norteamericanos han adoptado la política paradójica de devolver a los cientos de personas, a veces miles, que son interceptadas en el mar, y de acoger, en cambio, a los que con más suerte llegan a su territorio.

El gobierno cubano aduce que la posibilidad de establecerse en Estados Unidos atrae a los ciudadanos de la Isla y es la causa de que un gran número de los que lo intentan mueran en el peligroso cruce del Estrecho de la Florida. El gobierno cubano prefiere ignorar las causas internas —económicas para muchos y muy políticas para todos, y ambas bien entrelazadas— que alimentan el riesgoso exilio.

El asunto es otra paradoja cubana por donde quiera que se mire. Porque las puertas abiertas de Estados Unidos, o sólo entreabiertas como ahora, han servido para drenar la oposición que sí ha existido en todas las etapas del largo poder, revolucionario en sus inicios. El peligro siempre latente de que Castro aliente el éxodo salvaje, con apenas dos frases sibilinas en alguno de sus cotidianos discursos, es una de las pesadillas de los gobernantes norteamericanos, y por tanto una de las mejores armas del astuto vecino.

1. Inicio
2. La devolución de los...
   
 
EnviarImprimir
 
 
En Esta Sección
Lo que le faltó a Carpentier
GILBERTO CALDERóN ROMO, México D.F.
La capital antiembargo
ALEJANDRO ARMENGOL, Miami
¿Leña al fuego?
RAúL RODRíGUEZ, San José
Editoriales
Sociedad
Cultura
Internacional
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir