Si bien el 11 de septiembre de 2001 concentró el acto terrorista más espectacular y con mayor número de víctimas conocido, desde entonces a la fecha esa plaga se ha esparcido con odio renovado por doquier. Una muestra de agosto y la primera mitad de septiembre incluye, entre otros, los siguientes actos terroristas: proximidades del Ministerio de Justicia de Turquía, coche bomba en Yakarta, Indonesia, con saldo de decenas de muertos y heridos en áreas del Hotel Marrito; explosión en una Mezquita en Irak con 124 muertos; atentado en Najaf, Irak; atentado a un tren ruso al norte de Chechenia; coche bomba en Medellín; explosión en el mercado de Cachemira, etc.
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Irak: terrorismo versus ocupación. |
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La bestia terrorista cobra cientos de muertos y miles de heridos cada mes. Es excepcional el día en que no se ven en noticieros televisivos escenas dantescas de muerte de inocentes y destrucción indiscriminada. Al círculo vicioso de fiero terrorismo entre palestinos e israelíes —por fuerza de la costumbre— la gente se va tristemente habituando.
Pero, ¿se ha avanzado en destruir las fuentes que nutren ese martirologio desesperado, y a la vez asesino de víctimas inocentes?
Estados Unidos, como superpotencia y objetivo principal del furor terrorista, se ha erigido en líder de una cruzada mundial contra la amenaza y la destrucción de tal fenómeno. Desplegó sus fuerzas de ocupación en Afganistán, que al parecer constituía país de amparo y nido de terroristas, y en Irak, que supuestamente poseía armas de exterminio masivo y hubiera podido devenir potencial aliado estratégico de cualquier enemigo de Estados Unidos. En el interior, la posición defensiva ha sido emprendida con vocación de policía que no discrimina, y se ha saltado los límites protectores de libertades y derechos ciudadanos que vertebran los más caros fundamentos de la gran nación norteamericana.
Al margen de la guerra frontal, el esfuerzo dirigido a debilitar la sustentación del terrorismo internacional se ha enfocado exclusivamente hacia el intento de controlar sus fuentes financieras. Ello implica seguir los infinitos hilos de Ariadna que conforman la trama de las transacciones bancarias internacionales.
Hace unas semanas, el Congreso norteamericano le aprobó al presidente Bush una partida presupuestaria extra de 79.000 millones de dólares para financiar los conflictos en Irak y Afganistán, recompensar a aliados como Turquía y otros gastos derivados de estas iniciativas bélicas. Todo ello incrementa enormemente el déficit fiscal, al tiempo que el empleo y la economía en general continúan en un rezago que va siendo demasiado prolongado. |