www.cubaencuentro.com Martes, 27 de enero de 2004

 
  Parte 1/3
 
El hijo bobo de los rusos
Entre las causas del desplome de la Unión Soviética figura el irracional sustento económico ofrecido al régimen de Fidel Castro durante más de 30 años.
por ENRIQUE COLLAZO, Madrid
 

A lo largo de casi medio siglo ejerciendo el poder, Fidel Castro ha puesto de manifiesto su pésimo historial como administrador de la economía cubana. Gracias a "su voluntad inquebrantable y a su sabiduría absoluta", el Comandante ha degradado una y otra vez el tejido económico del país, embarcando a un pueblo entero en barbaridades tales como el Cordón de La Habana, la Zafra de los 10 Millones, o más recientemente, el disparatado Plan Alimentario.

Cohetes
Misiles soviéticos: ¿Crónica de un desplome anunciado?

El ex presidente cubano Ramón Grau San Martín, con aquel gracejo criollo que lo distinguía, preguntado en enero de 1959 sobre los "valientes barbudos" que habían derrocado a la dictadura de Batista, expresó que "aquellos muchachos eran maravillosos, pero incosteables".

De ese modo ponía en evidencia, desde tan temprana fecha, la incapacidad de Castro como administrador de un ejército guerrillero que en gran medida nutrió sus arcas a partir de las aportaciones de buena parte de la burguesía cubana.

Veinte años después, durante las periódicas reuniones de los ministros de Planificación y Comercio del desaparecido CAME, resultaba un lugar común que el resto de las delegaciones identificaran a Cuba, de manera sarcástica, con un país definido por una "elevadísima eficiencia económica". Hace menos, alguien le atribuía al ex presidente Bill Clinton una frase que rezaba: "Si a Castro lo ponen a administrar el desierto del Sahara, en poco tiempo los saharauies se verán precisados a importar arena".

O sea, que resultan públicas y notorias las elevadas dotes del Comandante como procurador del bienestar material y la elevación del consumo de la población de la Isla. No obstante, a pesar de semejante aval y fama como destructor de la riqueza pública y privada de su propio país, lo que a todas luces parecería exagerado es atribuirle a Castro buena parte de la responsabilidad por el rotundo descalabro que llevó a la antigua Unión Soviética a su quiebra económica y a su desmembramiento como Estado multinacional. Sin embargo, al reparar en ciertos acontecimientos y, sobre todo, en algunas cifras muy elocuentes, relativas a la ayuda multilateral que aquel país prestó a Cuba durante 30 años, no puede menos que admitirse tal evidencia.

En febrero de 1960, el gobierno cubano y la URSS suscribieron el primer convenio comercial y de pagos, así como un acuerdo de crédito comercial. Dicho convenio estipulaba la venta de azúcar cubano a ese país y la compra de petróleo y otros productos, así como bienes de capital rusos por Cuba. Tras la ruptura de relaciones diplomáticas con Estados Unidos en enero de 1961 y la imposición del embargo comercial en febrero de 1962, los soviéticos se convirtieron en el más importante socio económico de Cuba, al ser el primer comprador de su azúcar, su principal proveedor de petróleo, su más solvente fuente crediticia para el desarrollo económico y el máximo garante del gobierno cubano.

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