www.cubaencuentro.com Martes, 30 de marzo de 2004

 
  Parte 1/2
 
Las cubanas en cifras: datos para la 'hystoria'
División de la familia, inestabilidad matrimonial, prostitución, violación de libertades y batalla por la subsistencia. La tragedia actual de la mujer en Cuba.
por ILEANA FUENTES, Miami
 

No, no es una equivocación. De ahora en adelante, esta "hystoria" se escribirá con "y griega", y tomará prestada la raíz de la palabra hysterium, que en latín significa matriz, útero. La historia que se nos ha dado por siglos bien podía denominarse "testoria", una narrativa contada desde el poderío e interpretación que impone la testosterona. Guerras, conquistas, coloniaje, matanzas, inquisiciones, saqueo, expansión, genocidios, totalitarismos.

Esa "testoria" no enfatiza ni siquiera lo que los seres humanos del sexo masculino han logrado en la creación, la cultura, las artes, el pensamiento, el humanismo, el desarrollo científico, la hermandad
Mujeres cubanas
Tres turnos de trabajo: el remunerado, el voluntario y el doméstico.
global. Si estudiáramos más sobre la obra de DaVinci o Darwin, Platón o Hypatia de Alejandría, y menos sobre Atila y Napoleón, Genghis Khan e Isabel de Castilla, tendríamos una mejor definición de lo que es grandeza. Eso pedía Simone Weil, la pensadora judía del siglo XX: una nueva definición de grandeza que excluyera a los matones.

Pero además, la historia de la humanidad tiene otras interpretaciones, otros rumbos, otras hazañas y senderos protagonizados y agonizados por mujeres y que hasta hace muy poco figuraban en el ciego silencio del olvido. Eso que hay que rescatar es, precisamente, la "hystoria".

Hoy, 8 de marzo de 2004, Día Internacional de la Mujer, estrenamos este nuevo concepto y lo proponemos como alternativa, algo que las mujeres del mundo angloparlante ya hicieron hace años con el uso de la palabra "herstory". Ignoramos si en castellano alguna teórica feminista ya ha empleado el término "hystoria", aunque nunca nos hemos topado con él. Queda lanzado al ruedo de la sororidad de mujeres, para que nos ayude a ampliar los horizontes.

Pero hablemos hoy de las cubanas, de actualidad "hystórica" cubana.

Entre todas las latinoamericanas, las cubanas son las que más jóvenes se casan. Edad promedio: 19 años. En Argentina, Costa Rica, Chile y Uruguay la edad casadera fluctúa entre los 22 y los 25 años, edad mucho más acorde con las opciones que la sociedad moderna ofrece a las mujeres. El 25% de las cubanas que dan a luz tienen entre 15 y 19 años, o sea, la mayoría es adolescente; en Costa Rica sólo el 14% se ve en estas circunstancias, el 13% en Argentina, el 12% en Chile y el 11% en Uruguay y Ecuador. Algo anda mal en el paraíso de Vilma Espín.

Si esto fuera poco, la tasa de fertilidad de las cubanas es alarmantemente baja —y la más baja— en el continente, con un promedio de 1,63 hijos por mujer. Los demógrafos cubanos ya están inquietos, pues hace más de 20 años que las cubanas no producen la hembra de reemplazo. Aquello de que "los pueblos votan con sus pies" no va en Cuba: al menos las cubanas optaron por votar con sus genitales. "No pariremos" es casi una consigna nacional. Para el 2020, el 25% de la población cubana habrá entrado en la tercera edad. Cuba será un país de ancianos. Es quizás por eso que el innombrable insiste en ser el senil-en-jefe hasta la muerte.

Esto tiene implicaciones muy serias en términos de género, porque en la población mayor de 60 años, las mujeres son mayoría. El problema social y económico de la tercera edad será un problema femenino. El Ministerio de Salud Pública anunció en 2001 que nos espera endémicamente la osteoporosis y la anemia crónica, complicaciones de salud que afectan principalmente a las mujeres. Pero el problema no radica solamente en la falta de calcio y de hierro: la salud sexual de las cubanas está a nivel de cloaca.

Las infecciones vaginales, las irritaciones de la piel genital y los parásitos uterinos se han generalizado en la población femenina. La falta de medicamentos y la contaminación del agua en muchas regiones, unidas a la escasez de detergentes adecuados y el uso de trapitos en la menstruación socavan su salud, que de por sí atraviesa un niágara rojo cada mes, dado el deficientísimo abastecimiento de "íntimas" (almohadillas sanitarias) que cubre apenas la demanda nacional durante cinco meses del año.

Pero en las recámaras del poder, las suaves "íntimas" de la "yuma", con perfume y humectante de sábila, compradas en las tiendas por divisa, apuntalan una nueva clase femenina que come bien todos los días, y viaja al extranjero, y viste y calza burguesmente —en residencias de El Vedado habilitadas con aire acondicionado y bideles americanos—; mientras Juana La Cubana rumia chícharos en su barbacoa, carece de luz y agua potable, y prepara agüita con azúcar y un pan duro para sus hijas antes de mandarlas a la escuela.

A Juana La Cubana, que reside en Moa, le cobran 11 pesos por una libra de frijol negro, 3 por una de malanga, 1,50 por la de boniato, a peso la de yuca, y sesenta centavos por una de plátano burro. Una cabeza de ajo le cuesta 2 pesos, y 17 la libra de carne de puerco. Con un salario promedio de entre 7 y 10 pesos al día, Juana de Moa es más corajuda que Juana de Arco. Necesita unos 50 pesos diarios para alimentar a su familia, y la cuenta no le llega ni a 10. La francesa al menos tenía armas, ejército e ideales. Juana de Moa lo único que tiene es vigilancia, sueños tronchados y hambre.

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