www.cubaencuentro.com Martes, 18 de mayo de 2004

 
  Parte 1/6
 
El infortunio de las consolaciones
Martí y los fusilamientos en Cuba: La genuflexión con que algunos círculos intelectuales de 'izquierda' suelen decorar los desatinos políticos castristas.
por MIGUEL FERNáNDEZ-DíAZ, Miami
 

En la sede del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, los participantes del taller Vindicación de José Martí (2003) manifestaron su repudio contra los intelectuales "enemigos de la Revolución, que desde el exterior atacan a la figura y al pensamiento del más universal de los cubanos". A dar "una batalla ideológica contra todos los que insisten en destruir sus ideas", convocó José Ramón Balaguer, miembro del Buró Político. Así que la contienda puede librarse también contra los intelectuales amigos de la revolución y empeñados, dentro de la Isla, en desvirtuar la figura del Maestro y tergiversar su pensamiento.

Regla
Lancha de Regla: Cebo del crimen 'ejemplarizante'.

Para el caso ejemplar de Luis Suardíaz basta con espulgar su artículo La lección del Diario de Campaña (Suardíaz goza de alta estima por haber adelantado entre los escritores y artistas de la Isla que fueran "analizados" quienes prosiguieran colaborando con Encuentro de la Cultura Cubana tras promulgarse la Ley 80), que parte de la posibilidad infinita del mencionado texto martiano: "siempre que uno vuelve a estas páginas halla imágenes, sentencias, definiciones que escaparon a las primeras lecturas". Esta predisposición lezamiana termina por encajar demasiado bien dentro del cometido de legitimación que suele asignarse a los intelectuales orgánicos del socialismo en Cuba.

La campaña

Luego de digresiones sobre los apuntes que el Apóstol tomara entre febrero 14 y mayo 17 de 1895, Suardíaz trae a colación la obra de José Massip, Martí ante sus diarios de guerra (La Habana, 2002). El objetivo declarado es invitar a "descubrir o visitar nuevamente estas reveladoras páginas", pero se resaltan aquellas sobre "los juicios, presididos por Máximo Gómez, en que se pide la pena máxima para bandidos como Masabó y El Brujito, [quienes] habían deshonrado al ejército de la República en armas con sus robos, violaciones y crímenes".

Tras aseverar que Martí "aprobó con dolor esta medida extrema, porque era también el jefe de una revolución cuyos protagonistas tenían la obligación de ser ejemplos en la contienda y referencias inmaculadas para la futura república", Suardíaz concluye que Massip resumió ambos episodios aleccionadores en este párrafo: "Decidir que Masabó y El Brujito sean fusilados, significa poner en práctica, en el momento más justo, el principio de que las ejecuciones de bandidos son necesarias para que la revolución pueda sobrevivir".

Estas reflexiones se tornaron muy oportunas en medio de la campaña del gobierno cubano para contrarrestar la reacción internacional por las condenas de cárcel a casi ochenta disidentes pacíficos, y de muerte a tres de los once autores del secuestro de la lancha Baraguá. El 17 de mayo de 2003 la cancillería de la Isla denunciaba que, para dejar en el limbo su solicitud de adhesión al Convenio de Cotonú, se había utilizado "el pretexto del desacuerdo europeo con las justas condenas impuestas". El 25 de abril, Fidel Castro había recalcado que "la pena capital a los secuestradores ocasionó mucha más incomprensión". Tal parece que Suardíaz recurrió a la autoridad de Martí, por intermedio de Massip, para dar el consuelo ideológico adecuado.

El diario

Los asistentes al taller antedicho proclamaron "una verdad que los cubanos no podemos ignorar: están tratando de cambiarnos a nuestro Martí". Como quiera que desde siempre cada cual viene definiendo (y hasta inventando) su propio Martí, esta pita conceptual no se desenreda por el uso magistral o mayestático de "nuestro" con ánimo de englobar a todos los cubanos. Por el contrario: se embrolla todavía más con el ejercicio del derecho a la interpretación, que suele borrar la línea cartesiana entre hechos y opiniones, así como acentuar las intenciones de cada intérprete. De ahí que la crítica más sana posible recabe los antecedentes de máxima objetividad: las notas pertinentes del diario de Martí, que dieron pie a la tesitura de Suardíaz.

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