www.cubaencuentro.com Martes, 18 de mayo de 2004

 
  Parte 4/6
 
El infortunio de las consolaciones
Martí y los fusilamientos en Cuba: La genuflexión con que algunos círculos intelectuales de 'izquierda' suelen decorar los desatinos políticos castristas.
por MIGUEL FERNáNDEZ-DíAZ, Miami
 

De este modo, los autores del secuestro de la lancha Baraguá quedan envueltos en cierta urdimbre sobrehumana, que castra la posibilidad misma de autonomía jurídica y moral del individuo. Tampoco parece importarle mucho al doctor Steffan que el jefe supremo del Estado socialista cubano disponga de la vida de tres delincuentes para dar este recadito a "los neofascistas en la Casa Blanca y en La Florida: Ustedes han declarado la guerra y los primeros de sus soldados han caído. Si siguen la guerra de agresión, sus tropas de intervención pagarán un alto precio en vidas humanas. Párenla, antes de que sea demasiado tarde".

Esta genuflexión sobrepasa la calistenia legitimadora con que algunos círculos intelectuales de "izquierda" suelen decorar los desatinos políticos castristas. Ningún indicio racional apuntaba hacia la ejecución práctica de "la idea siniestra" endilgada por Castro a la Casa Blanca: provocar un "éxodo masivo —como ocurrió con los hechos del 5 de agosto de 1994— que sirv[ier]a de pretexto para una agresión militar a Cuba".

Castro: 'Hoy haría exactamente lo mismo'

Tras la cumbre de Azores (16 de marzo de 2003) entre George W. Bush, José María Aznar y Tony Blair, Estados Unidos estaba tan concentrado en los preparativos de la "guerra larga y difícil" contra Irak, que durante su rueda de prensa (abril 9) para justificar la escalada represiva en la Isla contra los opositores pacíficos, el canciller cubano Felipe Pérez Roque disponía ya sólo de esta referencia sobre la invasión bárbara del Norte: "El 6 de abril, el periódico Sun Sentinel, de Florida, cuenta (…) cómo la organización contrarrevolucionaria Comandos F-4 [se] 'entrena con armas pesadas para realizar acciones armadas contra Cuba y para una posible invasión armada a ese país'". Sun Sentinel calificó al grupo terrorista como paramilitar y expuso las declaraciones de su jefe acerca de "eliminar mediante la fuerza militar y los métodos terroristas al Presidente cubano".

Estos comandos entrenan en el sur de la Florida desde hace más o menos el mismo tiempo en que se conoce que jamás invadirán a Cuba. Semejante acción es prerrogativa del Pentágono, que antes de mostrar niveles de interés cercanos a la Crisis de los Misiles (1962), tiene mucho menos interés que cuando Bahía de Cochinos (1961). No obstante, Castro ha reiterado a Oliver Stone en el documental Looking for Fidel que hoy "haría exactamente lo mismo" (fusilar a los cabecillas del secuestro de la lancha Baraguá) por hallarse aún en "situación virtual de guerra".

Aparte de que cualquier ola de secuestros de barcos y aviones puede frenarse apretando las clavijas de seguridad en los puertos y aeropuertos, no es plausible que desemboque por sí misma en migración desenfrenada. Es sabido que el último éxodo masivo de cubanos (verano del 94) trajo su causa de la autorización gubernamental para cruzar el Estrecho de la Florida con "medios propios". Menos plausible aún resulta que la Casa Blanca frenara la ejecución de sus presuntos planes agresivos por el fusilamiento de tres obscuros sujetos en La Habana.

El destino fatal de "los tres principales, más activos y brutales jefes de los secuestradores" de la lancha Baraguá discurrió por entre la Sala de los Delitos contra la Seguridad del Estado del Tribunal Provincial Popular de Ciudad de La Habana, el Tribunal Supremo Popular y el Consejo de Estado. Este "consideró absolutamente justas y con estricto apego a las leyes las decisiones de ambos tribunales y ratificó las sentencias". Al justificarlas, Castro recalcó que la noticia de que el avión AN-24 secuestrado el 31 de marzo "había sido abastecido para seguir viaje [hasta Cayo Hueso] tuvo el nefasto efecto que se trataba de evitar: una segura ola de secuestros violentos". "Había que cortar[la] radicalmente [aplicando] sin vacilación alguna las sentencias impuestas por los Tribunales y ratificadas por el Consejo de Estado a los secuestradores de la nave Baraguá".

Justicia primitiva

Aquí la ciencia jurídica viene indefectiblemente al cuento. Por lo menos desde la lección inaugural (1882) de Franz von Liszt (1851-1919), en la Universidad de Marburgo, quedó superada la noción primitiva de utilizar la pena como medio ejemplar de intimidación para que otros no repitan el crimen. Antes que por la sanción más dura, la gente se motiva por aquella que guarda correspondencia con la gravedad del delito y el grado de culpabilidad del autor, esto es: por la pena justa.

La decisión de fusilar a Copello, Sevilla y Martínez se notificó junto con las advertencias de que "no se volverá a suministrar combustible a ningún avión o embarcación de Cuba secuestrados", así como de que los secuestradores "serán sometidos a juicios sumarísimos en los tribunales correspondientes, y no deberán esperar clemencia del Consejo de Estado". Según la experiencia de Castro, "cuando los autores saben que no tienen alternativa, se abstienen de cometer tales crímenes".

La prueba "irrebatible" sería el caso de dos secuestradores oriundos de Cuba, que en septiembre de 1980 fueron "devueltos de inmediato" a Estados Unidos: "Nunca más en 22 años un avión norteamericano ha sido secuestrado hacia territorio cubano, porque hasta los locos, los desequilibrados, conocen que los devuelven". Así y todo, la experiencia castrista no tiene fuerza generalizadora. Dos casos al menos, tanto más frescos por cuanto sobrevinieron con posterioridad al secuestro de la lanchita de Regla, apuntan en sentido contrario.

El 14 de julio de 2003 tres adultos armados con un revólver calibre 45 y un cuchillo de 34 centímetros, acompañados de una mujer con dos hijos menores, neutralizaron al custodio del muelle de La Coloma (Pinar del Río) y exigieron al patrón poner en marcha su embarcación. Pero aquél se lanzó al agua y ésta fue rodeada. La nota informativa del Ministerio del Interior narra que pasada una hora se oyó un disparo y minutos después otros intermitentes.

Casi de inmediato salió uno de los menores con su hermanito de diez años gravemente herido en la cabeza, y con ellos corría también la madre. Todos fueron llevados al hospital. Tras otra hora sin ruido alguno en la embarcación, los agentes de la autoridad penetraron en ella y encontraron dos adultos muertos y otro inconsciente, que a la postre falleció. Los tres: Francisco Lamas Carón (29 años), Yosvani Martínez Acosta (27) y Luis Alberto Suárez Acosta (22), tenían "pésimos antecedentes penales".

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