www.cubaencuentro.com Martes, 25 de mayo de 2004

 
  Parte 1/2
 
La sinfonía de las lamentaciones
Otra visión sobre las medidas de Bush: ¿Por qué quienes un día huyeron de Cuba regresan más tarde como si allí no pasara nada?
por ARMANDO AñEL, Warwick
 

La pretensión norteamericana de limitar a una vez cada tres años los viajes de la comunidad exiliada a Cuba, no parece demasiado acertada. Pretensión, porque difícilmente la Casa Blanca conseguirá impedir que una parte de los interesados arribe a la Isla a través de terceros países. Desacertada, porque la anterior cuota de una visita anual resultaba ya suficientemente restrictiva: los contactos familiares, sobre todo cuando comparecen factores de índole humanitaria, no pueden ser programados a la manera de un artefacto de relojería.

F. Castro
Andamiaje mediático: Excusas y lugares comunes.

Hecha la salvedad, convendría abordar en profundidad algunas de las propuestas de la Comisión de Ayuda para una Cuba Libre, recientemente aprobadas por Washington. Y es que varias de las objeciones derramadas sobre sus buenas medidas resultan, cuando menos, discutibles:

- A pesar de lo escrito o sugerido, las propuestas aprobadas no limitan las remesas propiamente dichas. El monto de 1.200 dólares anuales por exiliado —más que suficiente para que, a nivel material, una familia entera pueda sobrevivir en la Isla— se mantiene intacto. Lo que se reduce es la gama de potenciales receptores, que se concentra en los parientes directos: padres, abuelos, hermanos, hijos, nietos, cónyuges. Así, los envíos de efectivo a Cuba refuerzan su carácter netamente familiar.

- El techo de 50 dólares de gasto diario por visitante rescata la esencia caritativa de los viajes a la Isla. El hecho de que muchos cubanos residentes en Estados Unidos transformen el trámite humanitario en gira vacacional —montando verdaderos espectáculos de pasarela nada más pisar el aeropuerto de Boyeros— contradice el espíritu que debiera presidir esta clase de reencuentros. No se sabe bajo qué presupuestos quienes un día huyeron del totalitarismo encontrando refugio en el país contra el que La Habana no cesa de maniobrar y despotricar, regresan más tarde en plan turista, pachanguero, como si en Cuba no pasara nada.

- Las personalidades que desde la Isla rechazan de plano la colaboración estadounidense no siempre deben ser tomadas al pie de la letra por la opinión pública internacional. En tanto la candela de la demagogia y la represión amenaza quemarlos, algunos sectores de la oposición interna se ven obligados, más frecuentemente de lo que desearían, a agitar la carta de lo políticamente correcto. Convertida por La Habana en una suerte de fantasma de la ópera nacionalista, la sombra de la ayuda exterior espanta, incluso, a más de un exiliado.

Pero las ayudas ofrecidas por Estados Unidos u otros países no llegarán a quienes no quieren que les lleguen. Corresponde a los opositores en la Isla, y únicamente a ellos, su aceptación o rechazo. Unos ya las han desestimado públicamente, en consecuencia con su visión y postura ante el tema. Otros, en su momento, las asumirán sin mayores traumatismos, convencidos de que les asiste todo el derecho del mundo: sobre el carácter pacífico de la disidencia cubana no caben dudas, además de que históricamente no se conoce organización independiente que haya logrado sobrevivir a una dictadura —ni siquiera movimientos de corte terrorista, como el 26 de Julio bajo el régimen de Fulgencio Batista— sin alguna clase de colaboración externa.

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