www.cubaencuentro.com Lunes, 09 de agosto de 2004

 
  Parte 1/2
 
La prostitución del concepto de exilio
Huir-regresar, una fórmula moralmente discutible en el debate sobre los viajes a Cuba.
por MICHEL SUáREZ, Madrid
 

Cuentan los españoles más añejos que los exiliados de la dictadura de Franco sólo regresaron a su país una vez que el Caudillo dio el último suspiro y la democracia demostró que era un hecho irrevocable.

La espera
Cubanoamericanos varados en el aeropuerto de Miami.

A los haitianos que huyeron de François Duvalier, los chilenos que hicieron lo mismo cuando Pinochet, e incluso, a los cubanos que se vieron obligados a escapar durante la dictadura de Batista, jamás se les ocurrió regresar a sus países de origen, por causas más que obvias.

Pero, o el mundo está al revés, o los tiempos han cambiado tanto, que la fórmula "huir-regresar" está siendo lo más parecido a un juguete en manos de algunos; sobre todo, si son cubanos que dicen haber "escapado" de un régimen oprobioso y luego dan hasta lo que no tienen para volver de visita —calladitos y aplicados— para clasificar en las normas y exigencias del dueño de la Isla para con los que viven "fuera".

Aunque pudiera parecerlo, ni por asomo hay intención en estas líneas de justificar las recientes medidas del presidente norteamericano sobre las restricciones de viajes a cubanoamericanos. La libertad de movimiento es un bien del individuo, cuya titularidad jamás debiera estar en manos del poder.

Tampoco hay interés en estas reflexiones en sumar un grano de arena a la devastación que sufre la familia cubana, y que fue diseñada en el principio de los tiempos por Fidel Castro. Sólo se trata de poner nombre y apellidos a ese terrible mal que deja a los demócratas sin armas delante del resto del mundo, cuando de reivindicar la tragedia nacional se trata: la prostitución del concepto de exilio.

No sin alguna razón, las instituciones que gestionan jurídica y administrativamente las solicitudes de asilo político de cubanos en varias partes del mundo, alegan que, a fin de cuentas, luego de reclamar algo para lo que muchas veces —en su opinión— "los cubanos no clasifican", los asilados terminan en los consulados del régimen "llorando un permiso" para que les dejen visitar la Isla. Una triste verdad.

El enfado de algunos emigrados cubanos radicados en Estados Unidos ante las medidas de Bush así lo demuestra. No se trata de quienes defienden un derecho constitucional, universal o humanitario, ni de los que analizan el fenómeno en términos de efectividad política. La prostitución del exilio es carne y hueso de los vividores de la política, de los que un día alegaron persecución y hoy alquilan cadenas de oro en las tiendecitas del aeropuerto miamense para el acto esnobista de exhibirlas en la Isla pobre, y viajar placenteramente a ella como si nada hubiera pasado.

"Nos están usando para la política. Nosotros llegamos aquí por razones económicas, no políticas", proclamó Reinaldo Rodríguez, en el aeropuerto de La Habana, según la agencia de noticias EFE.

¿Está seguro este señor de lo que dice? ¿Cómo, cuándo y en qué circunstancias llegó y formalizó la residencia en Estados Unidos?

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