www.cubaencuentro.com Jueves, 21 de octubre de 2004

 
   
 
La imperfección democrática
América Latina y su letargo económico: ¿Hasta dónde es responsable la democracia?
por HéCTOR AGUILAR CAMíN, México D.F.
 

Se habla de un problema de ingobernabilidad en la democracia mexicana. Y del fracaso de las democracias en América latina.

V. Fox
Ingobernabilidad mexicana: ¿ineptitud de gobierno y oposición?

No está claro a qué se refieren ambos veredictos. El de la ingobernabilidad mexicana parece aludir sobre todo a la ineptitud del gobierno para negociar acuerdos sustantivos con sus oposiciones. El del fracaso democrático en América Latina se refiere sobre todo a los magros frutos económicos y sociales de estos años.

Ambos veredictos juzgan la democracia por cosas que la democracia no puede producir. La democracia no produce buenos gobiernos, gobiernos eficaces, talentosos, creativos. Produce gobiernos elegidos libremente, por tiempos definidos, y la posibilidad de quitarlos sin necesidad de una rebelión. Produce también libertades públicas, sobre todo libertades públicas: derechos y garantías ciudadanas, espacios para las minorías, igualdad ante la ley.

La democracia no produce tampoco desarrollo económico, ni siquiera igualdad de oportunidades. El desarrollo económico es fruto de la inversión y la productividad. La igualdad de oportunidades es hija de la educación.

Los gobiernos son fundamentales para crear condiciones propicias para la inversión, la productividad y la educación. Pero no necesitan ser democráticos para eso. El fenómeno de eficacia económica y educativa que deslumbra al mundo, China, es posible en gran medida porque China es una dictadura.

La democracia, en realidad, dificulta enormemente las decisiones de los gobiernos. Las económicas y las otras, las buenas y las malas. Porque somete todo a una intensa negociación cuyo resultado suele ser el empate o el triunfo por unos cuantos votos, luego de largas batallas.

Creo que México no vive una crisis de gobernabilidad. El país está en paz, aunque tiene zonas y ciudades cercadas por la inseguridad pública. No hay rebeliones armadas, grupos terroristas, conspiraciones golpistas, represión, divisiones políticas que amenacen la estabilidad. Las libertades públicas son efectivas, aunque falte un largo camino para que haya un verdadero Estado de derecho.

Lo que México no puede alcanzar son acuerdos para hacer las transformaciones fundamentales que le faltan: mejorar las finanzas de su Estado, liberar su riqueza energética, liberar su fuerza de trabajo, revolucionar su educación, abrir el país a la inversión y la productividad del mundo moderno. Es un país que no puede gobernar su modernización, inducirla, desatarla. Es ingobernable para efectos de modernizarse.

Esto podrá tener grandes costos económicos en el futuro, costos catastróficos incluso, porque el país se encamina hacia una perfecta tormenta fiscal. Las pensiones y las deudas públicas crecen año por año, pero las contribuciones fiscales se mantienen igual. Pero no es la situación económica que priva hoy, ni la crisis que enfrenta hoy la gobernabilidad del país.

Por su parte, América Latina vive un letargo económico, pero ese letargo no es hijo de sus democracias. Estaba ahí también en las dictaduras y antes de las dictaduras. Democrática o dictatorial, la América Latina no ha puesto nunca bien los cimientos de un desarrollo económico sostenido.

Ningún país latinoamericano ha creado nunca una verdadera economía moderna. No han podido crearla ni las democracias ni las dictaduras ni la revolución. Tampoco el neoliberalismo. El único país que parece estarlo haciendo es Chile. ¿Por qué no mirar lo que pasa ahí?

La democracia ha traído a América Latina lo que podía traer: elecciones libres, gobiernos acotados, libertades públicas y el fin de las siniestras dictaduras que ensombrecieron por décadas la vida de nuestros países.

La democracia es imperfecta pero tiene sus propias luces, y no es responsable de todas nuestras imperfecciones.

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