www.cubaencuentro.com Domingo, 02 de enero de 2005

 
  Parte 1/4
 
Castro y Bolivia contra el Che
La historia oficial y el peso de los hechos. ¿Quién mandó a matar a Ernesto Guevara?
por ELIZABETH BURGOS, París
 

Según la versión canónica, la muerte de Ernesto Guevara de la Serna fue obra del "imperialismo americano", en particular de la CIA.

E. Guevara
Che Guevara, tras ser abatido por el ejército boliviano.

No obstante, existe un protagonista de primer orden, soslayado en las múltiples obras consagradas a la figura del guerrillero, que es el país y las circunstancias: allí donde el Che Guevara fue a desarrollar su proyecto revolucionario. Los especialistas en el tema comparten, de hecho, la misma visión que llevó a Fidel Castro y Ernesto Guevara a seleccionar Bolivia como polo estratégico de su proyecto militar. Bolivia no era más que un espacio que gozaba de la situación geográfica requerida para el proyecto, no una especificidad histórica y política; de allí que no se le dé importancia.

Tras el fracaso de la guerrilla que en los años sesenta intentó convertir a Venezuela en cabeza de puente del proyecto revolucionario continental promovido por La Habana —papel que, por cierto, hoy recobra de nuevo Venezuela—, se escoge Bolivia por razones operativas. Aunque todavía divergen las versiones acerca de quién tomó la decisión: si Fidel Castro o el propio Guevara.

Su centralidad continental, las cinco fronteras que la circundan, su cercanía a Argentina y la ausencia de intentos guerrilleros, la mantenían fuera de las prioridades de los servicios de inteligencia. Todo ello constituía, para el aparato cubano, un emplazamiento óptimo como cabecera de puente desde donde irradiar la guerra revolucionaria hacia los países limítrofes.

Cuando Ernesto Guevara ingresa en Bolivia creyendo contar con un centro operativo ideal, resulta que se encuentra, no sólo con un país, sino con uno de los más complejos del continente. Su geografía, aún desconocida en su totalidad, es un reto en sí, y puede ser mortal.

Su historia, una de las más densas y complejas del continente, es una referencia permanente en la vida política; y para mayor dificultad, cuenta con un heterogéneo entramado social y lingüístico. Pero no era la primera vez que Ernesto Guevara demostraba esa ceguera hacia Bolivia. Tampoco se percató de su especificidad cuando la visitó en 1953, en su segundo recorrido turístico por América Latina.

Bolivia vivía entonces un momento crucial de su historia. El país se encontraba en plena efervescencia, enfrentado a una de las revoluciones más radicales del continente; sin embargo, Ernesto Guevara, más allá de lo anecdótico, no se sintió interpelado por lo que allí sucedía: prefirió proseguir viaje al Perú, del que le atraía su mayor riqueza arqueológica.

Los preliminares

En verdad, su descenso al sepulcro comenzó cuando Fidel Castro hizo pública, en octubre de 1965, la carta de despedida en la que Guevara renunciaba a sus cargos y a su nacionalidad cubana para "prestar sus modestos esfuerzos a otros pueblos del mundo", mientras todavía se encontraba en el Congo.

Es necesario apuntar que esa carta de renuncia, el "Comandante en Jefe" la exigía a todos los cubanos que partían en "misiones internacionalistas", para que en caso de "accidente" (muerte o prisión), Cuba estuviera exenta de represalias legales por parte de organismos internacionales.

Al hacerla pública, Fidel Castro condenaba a Guevara a una total clandestinidad: ya era el preludio de su muerte. No necesitaba apresarlo y condenarlo, como a Huber Matos, ni mandarlo a fusilar como al general Ochoa. De aparecer en público, el Che Guevara perdería toda legitimidad y su aura de heroicidad.

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