www.cubaencuentro.com Domingo, 02 de enero de 2005

 
  Parte 1/2
 
La revolución de Noriega
Cuba y Latinoamérica en la agenda de Estados Unidos.
por ARTURO LOPEZ LEVY, Denver
 

Las palabras del secretario adjunto de Estado para América Latina, Roger Noriega, en el Centro de Estudios Internacionales Estratégicos (CSIS) en Washington, pueden ser resumidas en una frase que Winston Churchill dirigió a uno de sus colegas en el parlamento británico: "Antes de hablar, nadie sabía lo que iba a decir; cuando habló, nadie supo lo que decía, y al terminar, nadie supo lo que dijo". Triste pero cierto. En un momento en que América Latina se torna más compleja que nunca, el encargado de las relaciones entre Washington y la región ensayó resolver los problemas con frases bellas y lanzando moralistas ataques contra España por intentar mejorar las relaciones con Cuba.

R. Noriega
Roger Noriega.

Una política 'revolucionaria'

Según Noriega, no hay fallos en los modelos de la región sino en sus instituciones.

"Lo esencial es darle a los individuos, especialmente a los más pobres y débiles, la oportunidad de jugar un papel en la economía", dijo y alertó que si eso suena "revolucionario" es porque lo es. "EE UU —recordó— es un país revolucionario como lo ha sido por más de doscientos años".

Ante el deterioro de confianza en la gestión de las democracias de la región y en los modelos neoliberales, el secretario lució el optimismo desinformado del que avanza a un precipicio con la sonrisa de la Gioconda. La mera percepción de que decir tres frases sobre pobreza y desconexión representa una revolución dice mucho de la seriedad de la empresa. El Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, la CEPAL, el propio gobierno de EE UU, han hablado de la necesidad de desarrollar la región como parte del interés nacional norteamericano, desde el famoso punto cuarto de la administración Truman. Lo único "revolucionario" en hablar del tema, sin aportar propuestas concretas, es llamarlo "revolucionario".

El discurso de Noriega se caracterizó por un profundo vacío de reales propuestas, rellenado con el uso reiterado del gerundio "trabajando". EE UU está "trabajando" por prevenir los brotes delincuenciales, "trabajando" por eliminar la pobreza y las drogas, "trabajando" por promover modelos eficientes de gobernabilidad. En fin, "trabajando" por promover todo lo bueno, de la misma forma que lo hizo en los pasados cuatro años.

Como logro de su trabajo, el secretario mostró la inclusión de Bolivia, Honduras y Nicaragua en la cuenta del milenio y que Guyana y Paraguay ya se han ubicado en el umbral de lograr tal meta. La cuenta del milenio es, sin embargo, un proyecto de alcance global, no específico para la región. Presentar la inclusión de cinco países en dicha cuenta como un triunfo de la política norteamericana hacia la región es por lo menos una distracción.

Contra todas las banderas

En ningún aspecto fue Noriega más desacertado que en el tema de las relaciones de EE UU con Cuba. Al identificar a su amigo Frank Calzón, principal cabildero pro embargo en Washington, su rostro se iluminó. No hay duda de que en esa relación hay química. A Calzón no le ha gustado que el gobierno socialista español haya abandonado unas sanciones mal pensadas y contraproducentes, para promover un cambio en la política europea hacia Cuba, en el entendido de que ésta libere a los prisioneros de la primavera de 2003.

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