www.cubaencuentro.com Domingo, 02 de enero de 2005

 
  Parte 1/3
 
Sin libertad no hay país
¿Qué sentido tiene impedir que los cubanos remedien la pobreza con sus propias fuerzas, cuando el sector estatal es incapaz de hacerlo?
por ROBERTO LOZANO, Miami
 

Dado los recursos y tecnología a su disposición, todas las sociedades confrontan una frontera de posibilidades. Esta frontera contiene por definición todas las combinaciones posibles de alternativas en cada área de actividad humana, desde la inversión productiva hasta la historiografía, el sexo y el arte.

Camello M1
Colapso del transporte: ¿sería igual con la participación privada? (Cubanet).

Pero es el grado de libertad de los agentes para expresar sus preferencias en relación con la oferta existente, lo que determina las soluciones factibles en cualquier sociedad. Es la interacción natural de la oferta y la demanda lo que produce un equilibrio dinámico en cada área, de ahí que podamos afirmar, parafraseando un viejo refrán cubano, que "sin libertad, no hay país".

La libertad es tan buena porque funciona. Lo cierto es que muchas veces las soluciones aparentemente marginales devienen sorpresivamente las que eventualmente resuelven los problemas, ya que la evolución social es un gran experimento que se dirime asimismo en la práctica.

Sencillamente, nadie puede determinar con antelación cuál va a ser la decisión final de los consumidores, los votantes o los amantes, o cuál será la interpretación válida de la historia. Creer lo contrario es pura utopía, imponerla a sangre y fuego es pura necedad.

Cuando no hay libertad de elección, como ocurre en la Cuba totalitaria, el Estado le impone soluciones forzadas a la sociedad. Al ignorar los costos de oportunidad de sus cursos de acción, los Estados totalitarios terminan desperdiciando tiempo y recursos.

Por eso, después de un tiempo de desgaste, en el que se marchita la euforia inicial, salen a relucir las carencias, sobre todo si se les compara en eficiencia y crecimiento con los resultados posibles de haber seguido cursos alternativos. La libertad siempre produce los mejores resultados. Sin embargo, bajo el totalitarismo, la falta de adaptabilidad y el anquilosamiento se hacen norma.

Como un maleficio, esa falta de flexibilidad del mecanismo social que produce la tiranía totalitaria, devuelve a la sociedad irremediablemente al punto de partida, ya sea abruptamente, como pasó en Europa del Este, o gradualmente, como ocurre en China.

De la misma forma que no es posible lograr una alta tasa de ganancia en el corto plazo limitando la posibilidad de correr riesgo, tampoco es posible avanzar socialmente cuando se intenta saltar etapas, ignorando las ventajas de la evolución. El progreso verdadero es un subproducto de la libertad.

Poder y exclusión

En Cuba, mediante la monopolización de la actividad económica y política, el totalitarismo impuso una opción de oferta caprichosa, excluyendo al mismo tiempo todas las otras variantes y combinaciones, lo que aumentó considerablemente el costo de oportunidad del experimento. Al mismo tiempo, utilizó la represión, la intimidación y la supresión de las libertades civiles para dar una falsa imagen de unanimidad con respecto a las preferencias del colectivo. Debido a lo anterior, la estabilidad del totalitarismo es realmente frágil, ya que es un producto ajeno a la preferencia de la sociedad, en caso de que tuviera la libertad de poder elegir.

En realidad, nunca sabremos lo que hubiera sido de Cuba sin el totalitarismo, a qué equilibrio natural hubiera arribado la sociedad, pero es muy probable que hoy estuviéramos mucho mejor si hubiéramos retomado los caminos de la evolución democrática.

En Cuba se impuso un esquema socioeconómico excluyente desde la cima del poder. Se sustituyó el laboratorio natural de la sociedad y la evolución gradual, por los caprichos de un dictador que se vendió muy bien como estadista, haciendo uso de su espléndido manejo de la oratoria y aprovechándose de la inmadurez política de la población.

"¿Elecciones para qué?", dijo el tirano cuando creaba las condiciones para perpetuarse en el poder. Al hacerlo, limitó a una sola opción el abanico de soluciones posibles a los problemas de la sociedad. No obstante, está más que demostrado que la centralización total del poder está muy lejos de crear el ambiente propicio para la identificación de las raíces de los problemas y mucho menos para subsanarlos.

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