www.cubaencuentro.com Viernes, 29 de julio de 2005

 
  Parte 1/2
 
Diálogo versus confrontación (I)
Según el autor, la política norteamericana hacia Cuba ha perjudicado a los defensores de los Derechos Humanos en la Isla.
por DIMAS CASTELLANOS, La Habana
 

La mayor organización supranacional y la mayor potencia económica y militar del orbe: la Unión Europea y Estados Unidos, conforman las fuerzas principales en la arena internacional con una política definida respecto a la situación interna de Cuba. Políticas que, aparentemente semejantes por los fines, guardan sustanciales diferencias en cuanto a método, lo que hace que sus acciones se interpongan y la resultante sea diferente a los deseos de ambas partes.

J. Cason
James Cason, ex jefe de la Sección de Intereses de Estados Unidos en Cuba.

La importancia que reviste este tema para los destinos de la nación cubana justifica un debate público entre adeptos y detractores de cada una de esas políticas hacia Cuba.

Comencemos por reconocer que todas las transiciones dependen en mayor o menor medida de las relaciones internacionales y Cuba no es una excepción, máxime si tenemos en cuenta la debilidad y atomización de las fuerzas internas; que la propuesta de cambio tiene que sustentarse en la legitimidad frente a la ilegitimidad de la política norteamericana hacia Cuba; y que los conflictos entre Estados desmovilizan los conflictos en el interior de las naciones.

En ese sentido, Estados Unidos es el único país del mundo que tiene una política ilegítima en materia de derecho internacional para promover cambios democráticos en Cuba y que su principal efecto ha sido frenar eficazmente los posibles cambios.

Si los cubanos queremos decidir nuestro destino, ninguna otra fuerza puede definir y elaborar proyectos por nosotros. Esos intentos, además de subvalorar nuestras capacidades, han servido al gobierno cubano para estructurar su discurso político e inmovilizar la sociedad. Ante ese hecho y con el apoyo de la comunidad internacional, se impone la necesidad del fortalecimiento, ampliación y desarrollo de nuestras potencialidades políticas, sociales y culturales, para poder articular una fuerte capacidad de interlocución política desde la sociedad civil emergente.

Se dice que existen diversas formas de resolver conflictos. Entre ellas, la más tradicional es la de aplastar por la violencia al adversario. Los ejemplos de este tipo de solución abundan en nuestra historia y abundan también las enseñanzas de que el empleo de la fuerza solapa la verdadera solución del conflicto hasta que este resurge con más o menos fuerza. "La guerra es la continuación de la política", decía Carl von Clausewitz, general y teórico militar prusiano. A lo que Lenin agregó: "precisamente por los medios violentos".

De tal forma, bien como punto de partida, bien por el abandono de la negociación, la violencia siempre tiene como resultante una espiral de muerte y destrucción. El otro camino es situar el factor humano como lo primero, obviar la violencia y transitar por los cauces del diálogo y la negociación sin vencidos ni vencedores, como único medio eficaz para ese propósito.

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