www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
   
 
Silencios y estrategias
¿Qué pasa en La Habana con la prensa extranjera?
por MICHEL SUáREZ, Madrid
 

Sólo basta leer la prensa —no el diario Granma, ni sus copias al carbón diseminadas por la Isla— para intuir que algo raro pasa.

Las agencias internacionales de noticias y los medios de comunicación acreditados en La Habana parecen haber autodecretado un apagón informativo, desde que Fidel Castro ordenara el "fin de la tolerancia" hacia la oposición interna y prácticamente amenazara a la prensa extranjera en el discurso del 26 de julio.

Los confirmados que llegan desde la Isla no pueden ser peores: el gobierno ha suspendido la acreditación a todos los corresponsales, supuestamente para renovarla, y ha dejado en un limbo jurídico a los comunicadores desplazados en Cuba. Encuentro en la Red supo de fuentes bien informadas que la "renovación" parece no llegar nunca, lo cual se ha convertido en una espada de Damocles para quienes aspiran a mantener sus sedes informativas en La Habana.

Todo esto coincide, además, con la nueva ola represiva desatada por el régimen para intentar aplacar las muestras de descontento popular originadas por la situación económica y política del país. Las brigadas de respuesta rápida están actuando quizás como nunca antes en los últimos diez años, lo mismo en La Habana que en Santa Clara o Matanzas.

No es gratuita la pasividad de la prensa internacional y de algunos gobiernos ante el terrorismo callejero que sacude la Isla. Lo denunciaba el médico Darsi Ferrer en un comunicado la semana pasada: la represión contra los participantes en un taller sobre salud y derechos humanos, con fuerte intervención policial en La Habana y Matanzas, no tuvo ningún eco en los medios. Las agencias extranjeras ni siquiera asistieron al lugar de los hechos, y estaban avisadas, según denunció Ferrer.

Tampoco ha tenido resonancia el encarcelamiento de René Gómez Manzano, ni el mensaje de Oswaldo Payá. Todo lo relacionado con la disidencia interna, en medio de un agosto cruel, ha pasado a segundo plano. En cambio, la información oficialista o "veraniega" es la que manda. No sólo en las agencias.

Profecía de julio

Los corresponsales de los diarios españoles en La Habana se han sumado a la larga lista que mira hacia otra parte. Lo más polémico que haya publicado un medio español en el último mes sobre Cuba, lo dijo El País en julio pasado, como una especie de profecía sobre lo que sobrevendría después: los manifestantes progubernamentales que impidieron una concentración frente a la embajada francesa en La Habana, "empujaron y amenazaron" a los periodistas extranjeros. La declaración de guerra no podía ser más explícita.

¿Qué decir de estos procederes de las agencias y medios? ¿Cómo evaluarlos a la luz de la deontología periodística?

Lo primero será reconocer la astucia de un dictador, dueño de finca —al fin y al cabo—, conocedor de cómo poner en peligro la continuidad de una empresa informativa con subterfugios tan despiadados como poner a los periodistas a "ganarse" la credencial, como si se tratara de los ventiladores Órbita que distribuían los sindicatos por "méritos revolucionarios".

Esto, al mismo tiempo, desmiente la tesis de Castro de que los corresponsales extranjeros sólo buscan notoriedad y "cualquier justificación" para ser expulsados de la Isla, para luego escribir y vender libros sobre el tema. Al menos, esta vez, ocurre todo lo contrario. Los medios toman cautela ante la ira del emperador. La primera andanada fue contra los periodistas cubanos que trabajan en las agencias, cuyo tema aún no está cerrado. La otra puede venir de la mano de cierres y expulsiones.

Quizás por eso no sea prudente juzgar radicalmente desde la distancia, aunque sí describir la realidad, donde pocos escapan a las consecuencias del poder total: ¿Debe maniobrar un periodista para evitar perder el puesto de trabajo?

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