www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
  Parte 2/2
 
Disidencia, melancolía y esperanza
Algo anda mal cuando del cielo opositor caen sobre la bandeja de Castro los motivos que acostumbra a esgrimir para la coerción.
por MIGUEL FERNáNDEZ-DíAZ, Miami
 

En su Teoría general del estado corporativo (1939), Carlos Costamagna reconoció al menos que "el juez debe entenderse ligado a la concepción política del régimen, porque éste, en algunos casos, no estará ligado al Derecho". Castro sigue pregonando el sentido jurídico de justicia por entre la aplicación selectiva de la ley, la falta de garantías y la regresión doctrinal hacia decisiones judiciales como el fusilamiento terapéutico.

Referencias
Peligros y oportunidades (I)
La intención es un triunfo
Disidencia y exilio: 'El mensaje de Payá sobre la unidad es oportuno y sensato'

Para justificar la represión, suele reemplazar al disidente por el mercenario. Casi cinco siglos atrás, Nicolás Maquiavelo aclaró: "Cuando algunos partidos militantes dentro del Estado llaman a favor suyo fuerzas exteriores, es por defectuosa constitución política, al no haber otros recursos sino ilegítimos para expresar el disgusto o la animosidad de los ciudadanos" (Discurso sobre la primera década de Tito Livio, 1531).

Ortega y Gasset remacharía filosóficamente otro clavo sociopolítico: "Cuando el esfuerzo es inútil, conduce a la melancolía". La escalada de marzo-abril de 2003 golpeó sobre todo a los gestores claves del Proyecto Varela y surtió el doble efecto de poner en entredicho al líder Oswaldo Payá y frenar las labores proselitistas dentro del pueblo.

Hoy siguen encarcelados aquellos gestores (dos terceras partes de los condenados en la Causa de los 75) y la policía castrista visita puntualmente a los de abajo para conminarlos a retractarse de sus firmas. Mientras tanto la sociedad civil, promovida como pluralidad de grupos opositores, no puede sustituir al pueblo. Y los usos protocolares parecen haber devorado la "dura y extensa resolución antigubernamental" de la APSC.

Indagación del choteo

Algo anda mal cuando del cielo opositor caen sobre la bandeja de Castro los motivos que acostumbra a transfigurar como justificaciones de la coerción. Así como Rodolfo Frómeta convocó con estridencia al entrenamiento de sus Comandos F-4 (que ya en la Primavera Negra fueron utilizados por el canciller castrista para dar a la prensa extranjera indicios de agresión en cierne contra Cuba), Luis Posada Carriles jugó su carta de asilo político en EE UU poco antes de la fecha prevista para la APSC.

Algo peor sucede si los líderes disidentes dan cañonas para engrosar sus agrupaciones, se tildan unos a otros de agentones castristas y hasta arman lío por no encabezar listas concebidas en orden alfabético. Y es que algunas cositas entre cubanos dejarían perplejo al filósofo alemán Nicolás de Cusa, quien postuló la coincidencia de los opuestos.

Nadie ha cumplido mejor que Castro, por ejemplo, la tarea 21 del Proyecto Cuba (1962), elaborado por la CIA y luego denominado Operación Mangosta, que consistía en "provocar fracasos en las cosechas de alimentos". Nada viene fragmentando más a la disidencia que las tentativas de aunarse. El colmo sería que el castrismo prosiguiera sin Castro, por obra y gracia de los opositores. La alternativa ha sido planteada de nuevo por Payá en términos de unidad "básica y eficaz " entre los grupos opositores "por encima de las heridas, pasiones y errores".

El líder del Movimiento Cristiano Liberación declaró asimismo no tener pretensiones de monopolizar "la verdad y la razón", sino de sentar "bases más profundas y de largo alcance" para la disidencia en medio de "la persecución, el hostigamiento y la intolerancia" del gobierno castrista. Este planteo debe ganar a los cubanos dentro de la Isla (y también fuera de ella) para sentir al menos el optimismo trágico de Benjamin: "Sólo gracias a quienes viven sin ella nos es dada la esperanza".

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