www.cubaencuentro.com Viernes, 28 de octubre de 2005

 
   
 
El partido de la equivocación permanente
Comunismo y democracia: A propósito del aniversario 40 del PCC.
por MIGUEL FERNáNDEZ-DíAZ, Miami
 

Una foto (1948) de Fernando Ortiz y Jorge Mañach con Raúl Roa y Juan Marinello, en compañía de los presidentes venezolanos Rómulo Betancourt (saliente) y Rómulo Gallegos (entrante), dio a Rafael Rojas "un buen pretexto para repensar el papel de los comunistas cubanos antes del castrismo" y concluir que "tuvieron un comportamiento perfectamente democrático" ("Los viejos comunistas", El Nuevo Herald, febrero 9, 2005). A precisiones en contrario da pie el aniversario 40 (octubre 3) del Partido Comunista de Cuba (PCC).

J. Marinello
Juan Marinello.

La historia oficial fija el antecedente histórico inmediato del PCC hacia 1961, por aglutinamiento del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, el Partido Socialista Popular (comunista) y el Directorio Revolucionario 13 de Marzo en las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI). Al parecer, el PSP debía insuflar espíritu democrático en las ORI, porque Rojas afirma que "entre 1940 y 1959 [tuvo] una presencia constante y respetada en la vida pública".

Sólo que el PSP vino al mundo el 21 de enero de 1944, poco después de que Earl Browder enfocara la Conferencia de Teherán (1943) como fin de la lucha de clases y propusiera transformar el PC de EE UU en simple asociación. Sus camaradas cubanos cambiaron entonces el paraguas semántico de Unión Revolucionaria Comunista (URC), que usaban desde 1939. Este avatar aparentemente lingüístico no deja margen para la respetabilidad: los viejos comunistas cubanos no solían actuar por sí mismos.

Así como Marinello prologó elogiosamente el libro de Browder Victoria y posguerra (La Habana, 1943), reculó enseguida que Stalin, por intermedio del francés Jacques Duclos, lanzara el dardo de browderismo ("Sobre el artículo de Duclos", Fundamentos, agosto de 1948). Aun suscribiría una Carta a los intelectuales y artistas(1957) para justificar la invasión soviética de Hungría (1956).

De 'traidor' a 'compañero'

Roa "tuvo el coraje de oponerse", acota Rojas, pero entonces era agente libre; cuando engrosó la militancia del PCC, Roa puso su obra La semilla de fuego en el surco (inconclusa) al servicio del "error de agosto": hacer pasar como equivocación que los comunistas, después de la matanza de agosto 7 de 1933, pactaran con el tirano Machado y ordenaran al proletariado en huelga volver al trabajo.

Así lo exigió la sección caribeña de la Internacional Comunista, que desde su VI Congreso (Moscú, 1928) prescribía "concentrarse en las demandas económicas de la clase obrera". El VII Congreso (Moscú, 1935) viraría del palo "clase contra clase" para la rumba del "frente popular antifascista". Los comunistas cubanos transfiguraron entonces al hombre fuerte, Fulgencio Batista, de "traidor nacional" (1935) en "compañero del frente unido" (1939).

La URC entró a la verbena democrática (1940) como parte de la "coalición" de Batista, quien se alzó con la presidencia y pagaría el favor nombrando ministros a Marinello (1943) y a Carlos Rafael Rodríguez (1944). Para las siguientes elecciones presidenciales, Carlos Saladrigas simbolizaba "la continuación del curso progresista democrático y populista de Fulgencio Batista" (Hoy, mayo 13, 1944). Sin embargo, el pueblo prefirió a Ramón Grau San Martín (Partido Revolucionario Cubano, Auténtico). El ahora PSP decidió apoyarlo (Hoy,agosto 7, 1945) y en las próximas elecciones parlamentarias profirió la consigna "¡Viva la alianza auténtico-socialista!" (Hoy, junio 4, 1946).

Dice Rojas que Castro y sus jacobinos rechazaban "la lucidez y la templanza de los viejos comunistas". Semejante intento de "reconstruirlos" palidece ante la "deconstrucción" que ya hizo David Horowitz: "Los comunistas con creencias democráticas (…) habitaban otro mundo secreto como soldados de la III Internacional fundada por Lenin [Este] era el mundo que tenía sentido y significación para sus vidas" (Deconstruyendo a la izquierda: de Vietnam a la era de Clinton, Los Ángeles, 1995).

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