Tras un largo y complejo litigio, Bacardí ha estado cabildeando en Washington en favor de los derechos para poder utilizar la marca Havana Club, que estos momentos es propiedad de un consorcio formado por el gobierno cubano y la licorera Pernod Ricard. DeLay ha sido uno de los actores principales en un proyecto de ley al respecto, que en la actualidad se encuentra en la Cámara y el Senado y que cuenta con apoyo bipartidista. Un comité de acción política de Bacardí ha hecho contribuciones no declaradas a cinco miembros del Congreso, según información aparecida en The Miami Herald. Entre ellos están el senador Bill Nelson y los hermanos Díaz-Balart. Cuatro de los cinco legisladores —entre los que se encuentran Nelson y los Díaz-Balart— son copatrocinadores de la propuesta de ley. Al igual que ha hecho con los otros cargos, DeLay ha negado haber hecho nada inapropiado.
Crisis del verano
El enjuiciamiento del líder republicano ocurre en un momento poco propicio para los republicanos, con la popularidad del presidente Bush en sus niveles más bajos; críticas cada vez más fuertes a la guerra de Irak y Afganistán; altos precios del combustible y cuestionamiento al manejo de la situación creada por el huracán Katrina; una investigación en marcha sobre la filtración del nombre de una agente encubierta de la CIA, que hasta ahora ha involucrado al vicejefe de despacho y asesor presidencial, Karl Rove, y al jefe de despacho del vicepresidente Cheney, Lewis Libby, y otra investigación sobre una venta de acciones hecha por el líder republicano del Senado Bill Frist.
Las consecuencias de esta tormenta en Washington son difíciles de predecir. Falta por ver si traerá algún derrumbe y si éste influirá en la política hacia Cuba. |