www.cubaencuentro.com Jueves, 20 de febrero de 2003

 
  Parte 1/2
 
Operación Coraza
Aunque la prensa oficial guarda silencio, las redadas antidrogas de estos días han generado cientos de detenciones, y se habla de excesos policiales.
por TANIA QUINTERO, La Habana
 

"Cuando el caso Ochoa-La Guardia, el MC y todas aquellas increíbles historias de 1989, supuse que habíamos conocido sólo la punta del iceberg", dice José Manuel, un jubilado de 79 años.
Marihuana
Marihuana.
Y muchos cubanos coinciden. Como también consideran que habría que separar la siembra y consumo de marihuana del tráfico y adicción a la cocaína y otros estupefacientes.

Acerca de las redadas antidrogas que por estos días tienen lugar en la Isla, la prensa oficial guarda silencio. Se han producido cientos de detenciones y se habla de excesos policiales. Por la BBC se supo que se llevaba a cabo la Operación Coraza, dirigida por fuerzas conjuntas del Ministerio del Interior, entre las que destacan tropas especializadas de la inteligencia y la contrainteligencia, así como personal minuciosamente seleccionado de la policía (como es de suponer): agentes del orden que pueden estar corrompidos y filtrar pormenores de una operación que —extraoficialmente se ha sabido— llevaba dos años preparándose.

En su libro Cómo llegó la noche Huber Matos narra que en la mañana del 26 de abril de 1958, mientras trasladaban presos hacia la cárcel del Ejército Rebelde en Puerto Malanga, cerca de La Plata, en la Sierra Maestra, vio en un claro del camino "cuatro mulos, dos hombres, cuatro sacos que no sé lo que contienen y una báscula".

Matos trata de indagar y un combatiente, Carlitos Mas, lo coge por el brazo, lo separa del grupo y le dice: "Ese guajiro vende marihuana y tiene el respaldo de Fidel, es de toda su confianza. Aquí siembran marihuana y Fidel tiene algunos acuerdos con los que se dedican a eso".

Más adelante, Matos escribe:

"—Capitán, no se moleste por esto de la marihuana —Carlitos insiste—. Usted no es quien decide en eso. Lo nuestro es tumbar a Batista y que triunfe la libertad".

Una tarde de 1998, cuarenta años después del supuesto descubrimiento de Matos de un sembradío de marihuana en la Sierra Maestra, conocí en la cola de la ruta 100, en el Reparto Náutico, a un obrero de un contingente de la construcción que, entre otras cosas, me aseguró: "Estuve dos semanas en Manzanillo y vengo asombrado de la fuerza que ha cogido la marihuana. Siempre se sembró en las montañas, pero ahora la cultivan dondequiera. En un platanal o en las macetas de un jardín".

Fumar marihuana nunca fue estrambótico en Cuba. En cada barrio se sabía de la existencia de marihuaneros consuetudinarios. Tipos que le metían a la "yerba" en la misma costura. Solían ser personajes tan conocidos —y tolerados— como los apuntadores y boliteros. El Parque Trillo, en pleno centro de La Habana, tenía fama de ser lugar de tráfico y consumo de marihuana.

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