www.cubaencuentro.com Jueves, 20 de marzo de 2003

 
  Parte 1/2
 
La Protesta de los Trece
Acusados y absueltos. En marzo de 1923 un grupo de jóvenes intelectuales protagonizó un acto cívico contra el gobierno y publicó sus razones en la prensa nacional.
por DIMAS CASTELLANOS, La Habana
 

El 18 de marzo de 1923 —diez días después de haberse dictado un decreto presidencial para adquirir el edificio del antiguo Convento de Santa Clara— un grupo de jóvenes cubanos aprovechó el homenaje que el Club Femenino de Cuba
R. M. Villena
Rubén Martínez Villena.
rendía a la escritora uruguaya Paulina Luisi, en el salón de la Academia de Ciencias, para escenificar un acto de civismo y dignidad nacional. En el momento en que el Secretario de Justicia, Dr. Erasmo Regüeiferos, firmante del decreto, se disponía a hacer uso de la palabra, el joven Rubén Martínez Villena se excusó ante la mesa que presidía el acto y manifestó, a nombre suyo y de otros doce acompañantes, la decisión de abandonar el salón en protesta contra el titular de Justicia.

Al día siguiente los autores del hecho redactaron, firmaron y publicaron en El Heraldo de Cuba el documento conocido como Protesta de los Trece, en el cual declaraban sentirse honrados y satisfechos por iniciar un movimiento contra los gobernantes "conculcadores, expoliadores, inmorales", que envilecen la patria con sus actos.

La corrupción política y administrativa, un mal con vigorosas raíces en nuestra historia, había alcanzado un preocupante auge durante el gobierno de Alfredo Zayas Alfonso (1921-1925), uno de cuyos ejemplos fue la compra del Convento de Santa Clara, antigua edificación que había sido vendida por la Iglesia a una empresa particular por menos de un millón de pesos durante el período inflacionario conocido como Danza de los Millones, y que después, cuando los niveles inflacionarios eran mucho más bajos, Zayas decidió adquirirlo por más del doble de esa cifra. La actitud de varios miembros del Consejo de Secretarios impidió que el intento fuera aprobado por ley y la negativa del titular de Hacienda para refrendar el trato obligó al presidente a emplear la rúbrica de su Secretario de Justicia.

Para suerte del país, paralelamente a la descomposición moral de la clase político-económica que detentaba el poder en Cuba resurgían las virtudes cívicas ciudadanas en sectores sociales como los veteranos, la élite intelectual y la juventud sindicalista y universitaria de donde emergió la inolvidable y trascendente Protesta de los Trece; acontecimiento del cual, 80 años después, se pueden extraer conclusiones de la mayor vigencia para la realidad cubana.

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