La adopción por la Comisión de Derechos Humanos de la ONU (CDH) de una resolución, la duodécima, sobre la situación en Cuba, constituye un nuevo fracaso de la diplomacia cubana y refleja, en parte, la preocupación que ha provocado la reciente ola represiva contra periodistas independientes y opositores al Gobierno castrista.
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Misión imposible: El canciller cubano intenta soltar el lastre de la represión en conferencia de prensa. |
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Con 24 votos a favor, 20 en contra y nueve abstenciones, la 59 sesión de la CDH adoptó el 17 de abril de 2003 una resolución que si bien no condena literalmente las graves violaciones registradas en la Isla, lo hace de forma explícita al plantearse seguir examinando esta situación bajo el tema nueve del programa: "Cuestión de la violación de los derechos humanos y las libertades fundamentales en cualquier parte del mundo".
Más aún, pide al Gobierno que reciba y preste todas las facilidades necesarias para que la representante del Alto Comisionado pueda visitar Cuba y rendir su informe a la Comisión en 2004, tal como ha sido reclamado en numerosas ocasiones por este órgano de la ONU.
Uno de los aspectos más interesantes del mandato de la abogada Christine Chanet, representante del Alto Comisionado, radica en que precisamente busca promover la mejoría de los derechos humanos en Cuba y la ratificación por el Gobierno de los dos pactos de la ONU sobre libertades públicas y derechos individuales.
El pasado año este mismo órgano, el más politizado de la ONU, se pronunció por 23 a favor, 21 en contra y 9 abstenciones, por el envío de un representante del Alto Comisionado, para dar paso a un diálogo de cooperación en la materia con las autoridades cubanas.
El texto aprobado fue objeto de intensos debates, cabildeos, negociaciones y presiones. La Comisión tuvo que emplear dos jornadas de análisis y de votación para el proyecto (L.2), presentado por cuatro países latinoamericanos (Uruguay, Costa Rica, Perú y Nicaragua) el 18 de marzo pasado, en coincidencia con el inicio de las detenciones masivas de opositores al régimen cubano, y de la segunda guerra norteamericana en el Golfo.
Las gestiones de la diplomacia habanera fueron al fiasco en su intento de impedir la condena, referencia o mención de la CDH en torno a la Isla. El fracaso —en esta oportunidad— ha sido mucho más evidente, ya que La Habana se empeñó a fondo en lograr pasar dos enmiendas a la propuesta latinoamericana, con el objetivo de que en el mismo texto resolutorio sobre Cuba se condenase a Estados Unidos por sus "constantes ataques terroristas contra la población cubana ", o el "ilegal, criminal y unilateral bloqueo". |